«Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante. La vida, en realidad, es una calle de sentido único.» Así reza una de las más simbólicas frases de Agatha Christie, la gran maestra universal de la novela policial y de misterio. Las miles de páginas repletas con sus hilarantes sucesos, crímenes y personajes, la han consolidado como una de las mujeres más importantes de la historia, en el mundo de la literatura. Pero, a pesar de haberse convertido en una leyenda literaria, capaz de atravesar épocas y fronteras, no fue en las letras donde se encontraban plasmados sus sueños de juventud. En las próximas líneas nos lanzaremos a descubrir con que profesión soñaba Agatha Christie.
Fue en el año 1920 cuando iniciaría por la puerta grande la carrera de esta épica escritora. Sería justo en ese año en el que se publicaría El misterioso caso de Styles. De ahí en más, la producción literaria de Christie fue abundante e indetenible. En sus 85 años de vida llegó a escribir nada menos que 83 libros. Las novelas y libros de Agatha Christie son las más leídas de la historia, sólo después de la Biblia y de Shakespeare. Se calcula que ha vendido entre 2.000 y 4.000 millones de copias, traducidas a 103 idiomas. Sin duda, su éxito en el mundo literario fue incuestionable. Pero en su juventud, su corazón albergó el anhelo de dedicarse a algo completamente diferente. Acompáñanos en Supercurioso a descubrir con que profesión soñaba Agatha Christie.
Los años de su juventud de Christie
Agatha Mary Clarissa Miller es el nombre de pila de esta célebre escritora, nacida el 15 de septiembre de 1890, en la localidad de Torquay, en el Reino Unido. Los años de su infancia estuvieron marcados por la bonanza y las comodidades. Agatha fue criada en el seno de una familia de clase media alta. Su madre, una joven inglesa de recursos limitados, conoció a un próspero agente de bolsa y rentista neoyorkino. Se casaron, y del matrimonio nacieron tres hijos: Agatha Mary Clarissa, Margaret Frary y Louis Montant Miller.
Viviendo la estabilidad y prosperidad económica como parte de la cotidianidad en el hogar, Agatha recibió desde pequeña la mejor educación a la que podía aspirar una niña de la época, siendo formada por tutores en su propio hogar. Así aprendió a leer, a escribir y a resolver operaciones matemáticas y aritméticas. También fue formada en música, aprendiendo a tocar instrumentos como la mandolina y la guitarra. Es justamente en esa área de las artes en la que hallamos la respuesta a con que profesión soñaba Agatha Christie. La joven se preparó para entrenar su voz, con el firme propósito de convertirse en cantante de ópera.
El sueño de la Ópera
La vida de Agatha Christie tocó los extremos de la bonanza y la necesidad. La fortuna de su padre le había permitido a la familia mantenerse con comodidades. Agatha, convertida desde muy niña en una voraz lectora, no dio muestras de querer hacer de la escritura su oficio de vida. La música en cambio, robaba sus sueños. Cuando el padre de Agatha murió, la realidad familiar cambió drásticamente. Además de tener una salud bastante maltrecha, el padre de la futura escritora era un aficionado a los juegos de azar. Murió con apenas 55 años, en 1901.
A partir de ese momento el panorama para Agatha y su familia cambió. Las deudas a las que habían quedado sometidos les dejaron en una compleja situación económica. Aún con muchos sacrificios, la joven decidió apostar a lo que se había convertido en su principal anhelo. La respuesta a con que profesión soñaba Agatha Christie empezó a tomar sentido cuando se mudó sola hasta París, para formarse en canto de ópera. Tenía tan sólo dieciséis años.
Los primeros desencuentros con la Ópera
Con que profesión soñaba Agatha Christie, responde a una de las artes más exquisitas de la historia de la humanidad: la música. En efecto, esta joven parecía estar destinada a convertirse en una gran artista, aunque por una vertiente distinta a la que pensó en un principio. La llegada de Agatha a París y su intención de formarse como cantante de ópera, fue una meta ambiciosa. Ya sin el soporte económico de su familia, sus ingresos escasos le representaban un problema. Sin embargo, no desfalleció en su intento.
Lo que realmente influyó en que la joven considerara abandonar aquel camino, fue la respuesta obtenida de parte de sus profesores. La mayoría de ellos reconocían en la joven una voz agradable, pero no lo suficientemente buena como para sobresalir en el exigente mundo de la ópera. Ninguno le auguró un futuro muy prometedor en este rubro. Si a esto se sumaba el carácter extremadamente tímido e introvertido que la joven había mostrado desde su infancia, la realidad es que Agatha estaba bastante lejos de triunfar en los escenarios.
La aparición de la literatura
Si bien la respuesta a con que profesión soñaba Agatha Christie no estuvo nunca en las letras, las historias sorprendieron a la joven, que había tenido siempre una imaginación vivaz y destacada. En 1914, Agatha se casó con el Aviador Archibald Christie, de quien tomó el apellido. Cuando su marido tuvo que participar en la Primera Guerra Mundial, ella se sumó como enfermera voluntaria, conociendo de cerca los horrores de la guerra. Fue también aquel momento en el que aprendería sobre el funcionamiento de los venenos en un laboratorio químico en el que estuvo trabajando. Esas experiencias resultarían tiempo después, un fantástico insumo para su creación literaria.
Luego de culminado el enfrentamiento, sería su hermana Margaret quien la incentivaría para que empezara a escribir. Su familia bien conocía la brillante imaginación que había acompañado a Agatha desde la infancia. Además, amante de los retos por naturaleza, tendría en el desafío de su hermana un aliciente ideal. Fue así como en el año 1920 vio la luz la primera gran obra con el sello Christie: El misterioso caso de Styles.
Todas sus experiencias de infancia, en su pueblo natal, sus viajes, relaciones y las vivencias pasadas en la guerra, sirvieron a Agatha como insumos para sus narraciones. En su primera novela ya se dibujaría el que con el tiempo se convertiría en el más emblemático de sus personajes: el detective Hércules Poirot. Este particular policía belga retirado, fue inspirado en los refugiados también belgas que vivían en el pueblo en el que nació. Lo mismo ocurrió con otro de sus personajes más entrañables, la investigadora Miss Marple, inspirada en su tía y sus amigas, típicas señoras de la campiña inglesa de la época.
Si bien la verdad sobre con que profesión soñaba Agatha Christie, no se orientó en inicio a la literatura, una vez abierta la puerta de ese universo, no hubo vuelta atrás. Misterios, enigmas y secretos protagonizaron sus legendarias novelas. Un cadáver en la Biblioteca, El Tren de las 4:50, Tres ratones ciegos, Se anuncia un asesinato, Los cuatro grandes, Muerte en el Nilo, Matar es fácil, La casa torcida y Diez Negritos, son algunas de las más importantes obras de la creación literaria de la británica que se convirtió en la Reina del Crimen, y que nos enseñó que «El secreto de permanecer siempre vigente es comenzar a cada momento.»