De lejos, sus ventanas parecen ojos que se abren desde el interior de una dimensión singular. La tranquila casa que se alza en el número 112 de Ocean Avenue, en Amityville, alberga entre sus paredes toda una historia de crímenes y terror.
Para muchos, todos los fenómenos sobrenaturales allí sucedidos, no fueron más que un montaje. Un simple engaño con el cual, sacar dinero, expectación, una buena cantidad de programas para la televisión y toda una saga de películas con el nombre de esta idílica localidad de Sulfolk, en Nueva York. Pero los datos están ahí, nadie puede pasar por alto los terribles crímenes allí cometidos, ni los desagradables sucesos vividos por la familia Lutz.
Una de las premisas que suelen utilizarse para justificar el fraude de los fenómenos extraños acaecidos en esta casa, es que después de que la familia Lutz la abandonara presas de innumerables ataques de entidades invisibles y hechos inexplicables, nunca más volvió a ocurrir nada. La casa de Amityville se sumió en un letargo tranquilo en el cual, sus siguientes inquilinos jamás experimentaron sobresalto alguno hasta la actualidad. Nada.
Pero para Daniel Lutz, el niño que con 9 años fue testigo de todo lo que allí se sucedió, todo tiene una explicación. Te la revelamos…
La masacre de 1974 en la casa de Amityville
La casa del número 112 de Ocean Avenue, es realmente hermosa. Dispone de un gran jardín, piscina privada con agua caliente y un embarcadero. Ideal para una gran familia, gracias a sus seis dormitorios, comedor, un gran salón, sótano, garaje, tres baños, y caseta para los botes. Quizá por ello la familia DeFeo se mudó a este lugar perfecto en el cual, pasar gran parte de su vida en tranquilidad y armonía.
Pero no fue así, la noche del 13 de noviembre del año 1974, ocurrió algo. El hijo mayor de la familia, Ronald, de 23 años, decidió coger un rifle y, sencillamente, matar a todos los suyos mientras dormían. Justo a las 03.15 de la madrugada. No dudó en quitar la vida de su padre y de su madre, tampoco de Dawn de 18 años, de Allison de 13 años, de Mark , de 12 y al pequeño John, de 9.
A todos les disparó desde la espalda, excepto a su madre, que le destrozó el rostro. Pero, ¿por qué lo hizo? La verdad es que a día de hoy no queda claro, aunque algunas sospechas nos hablan de problemas con la mafia, de relaciones que la familia DeFeo podía tener con ellos y de cómo tal vez, convencieron a este joven para que llevara a cabo tal masacre. Pero, como decimos, nada quedó claro.
Cuando la familia Lutz llegó a la casa de Amityville
Solo había pasado un año desde los terribles crímenes cuando los Lutz, se instalaron en la casa. Era barata, muy barata y el escenario junto al mar era incomparable. Pero, ¿conocían los Lutz lo sucedido entre aquellas paredes hacía solo unos pocos meses? Desde luego, pero no quisieron darle importancia. Eran muy creyentes y pensaban que con el simple hecho de bendecir la casa, cualquier mala energía que residiera en aquel lugar se desvanecería.
¿Y qué hicieron? Llamaron a un sacerdote para que pudiera bendecir la casa. Y lo hizo el padre Pecoraro, que además de ser sacerdote, era psicólogo y juez. ¿Y sabes lo que ocurrió cuando este hombre subió por cada habitación para bendecirla? Que empezó a sentirse mal. Notaba cierto ahogo, un malestar tan incómodo que lo obligó a irse antes de tiempo. Según él mismo diría después, sólo sus conocimientos psicológicos le permitieron no perder el equilibrio ante todo lo que allí sucedió.
Daniel Lutz era el mayor de la familia. Tenía 9 años y recuerda a día de hoy todo lo que experimentó en la casa. Recuerda la gran cantidad de moscas que se acumulaban en el salón y en el sótano. Recuerda el limo negro que ascendía por los váteres y el olor nauseabundo.
No puede olvidar tampoco el moho verde que nunca pudieron eliminar de las paredes. Ni los continuos fenómenos de poltergeist: ventanas que se cerraban solas justo en el instante en que estaban asomados con el fin de herirlos, los movimientos repentinos de las sillas o cómo sus juguetes adquirían movilidad por las noches. Imposible borrar de su memoria los susurros, las voces amenazantes y las brisas frías que aparecían de la nada.
Daniel Lutz, jamás ha podido superar en especial aquella noche en que él y su hermano fueron levantados por manos invisibles de la cama para ser arrojados al techo. Fueron tan fuertes los gritos de ambos, que su madre acudió al instante. Pero no pudo hacer nada porque quedó en shock. Inmóvil, mientras sus niños eran golpeados una y otra vez contra el techo.
Aquello fue lo último, explica Daniel, porque al día siguiente su madre los envió a vivir con su abuela mientras su padre y ella organizaban la mudanza de la casa. Sabe que volvieron a pedir ayuda al Padre Pecoraro, pero éste, nunca pudo hacer nada, puesto que cada vez que entraba enfermaba. Le salían ampollas en las manos y sufría mucho.
Ahora bien, cuando se le pregunta a día de hoy a Daniel Lutz, por qué fueron ellos solos quienes experimentaron aquello, a diferencia de las otras familias que posteriormente habitaron la casa, él lo tiene claro.
Todo fue responsabilidad de su padrastro, George Lutz. Cuando llegó a la casa, le faltó tiempo para empezar a practicar varias sesiones de espiritismo y brujería. Era un ex-marine que adoraba este tipo de temas. Aquel hombre inconsciente invocó lo que nunca debió haber despertado. Sin respeto, sin temor ni angustia alguna hacia las consecuencias que a todos les marcó de por vida.
Porque tras que los Lutz ser fueran de la casa de Amityville, todo volvió a la calma…
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