Supercurioso os invita a conocer una pequeña parte de algo maravilloso, como lo que estáis a punto de leer.
Parte de la belleza de la ciencia, parte de lo que la justifica como tal, se encuentra en el arte de predecir sucesos que ocurrirán en el universo, o en describir cosas que están “allí” mucho antes de que contemos con herramientas o instrumentos que nos permitan probar que efectivamente algo estaba “allí” o tal vez no, y de ser así se determinaría que la teoría –la predicción- era falsa o estaba equivocada, y hay que proponer una nueva hipótesis. Un ejemplo de este aspecto de las ciencias en el campo de la física fue el proceso que llevó al descubrimiento del bosón de Higgs.
La otra revolución de los sesenta
La década de los sesenta del siglo pasado será recordada entre otras cosas por el rock, la revolución sexual, el levantamiento juvenil y los profundos cambios políticos; también por haber sido la década de la carrera espacial y su culminación con la llegada del ser humano a la Luna. Pero a otra escala, a un nivel infinitesimal, se estaba gestando otra revolución, una que intentaba explicar la naturaleza de todo a partir de las partículas elementales.
La teoría
El Modelo Estándar de Física de Partículas es la teoría más completa formulada por los físicos para describir los bloques fundamentales que conforman el universo. Dicho modelo describe el universo con «6 quarks, 6 leptones y algunas partículas “portadoras de la fuerza”»; pero este modelo no funcionaría sin la existencia de una partícula virtual (porque aún no se había descubierto: el bosón de Higgs). En 1964 varios físicos –Peter Higgs, François Englert, Rober Brout, Gerald Gualnik, Dick Hagen y Tom Kibble- trabajando de modo independiente, postularon la existencia en el universo de un “campo de Higgs”, y en él la existencia de una partícula que al interactuar con otras generaría masa en ellas. Esta partícula sería el bosón de Higgs, que toma su nombre del físico británico que lo propuso.
La búsqueda: los aceleradores de partículas
Hasta principios de los ochenta no existían equipos con los que se pudiera probar la existencia del bosón de Higgs, sin embargo las limitaciones continuaron hasta la construcción y puesta en funcionamiento del colisionador de hadrones del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear).
El encuentro
Usando el colisionador, la persecución se intensificó a partir del 2010 y finalmente el 4 de julio de 2012 el CERN anunció el descubrimiento de una partícula similar en sus propiedades a la partícula virtual esbozada casi cincuenta años atrás.
El largo camino de la teoría a la demostración práctica de la existencia del bosón de Higgs todavía no ha concluido del todo, pues en las ciencias los descubrimientos suelen llevar a nuevas preguntas y a abrir nuevos espacios a la inagotable curiosidad humana, quizás el mejor rasgo de nuestra especie.
Y vosotros, ¿qué pensáis?
Si os ha interesado el tema de las partículas de las que está hecho el mundo, tal vez os gustará leer sobre el origen del agua o sobre el grafeno, el material de Dios.