Fue en julio del 2014. Un helicóptero sobrevolaba la parte occidental de Siberia, concretamente en una zona de Yamal, cuando, de pronto, distinguieron algo extraño. Algo había aparecido de la nada y parecía abrir sus fauces desde un tranquilo escenario blanco. Era un cráter, un gigantesco abismo de 60 metros de diámetro y unos 50 metros de profundidad.

¿Cuál era su origen? ¿Qué había provocado semejante agujero en medio de esa zona tan fría y desolada? La noticia empezó entonces a extenderse a través de los medios de comunicación de todo el mundo, despertando toda clase de teorías, desde las basadas en un posible origen extraterrestre, hasta las de aquellos que pensaron, con calma y serenidad, que lo mejor era descender al interior del cráter e iniciar las pertinentes investigaciones.

Te explicamos a qué conclusiones se han llegado.

El cráter que surgió de la nada

En menos de medio año se realizaron tres expediciones. Las dos primeras no pudieron aportar datos objetivos, puesto que las expediciones que se llevaron a cabo no pudieron terminar sus investigaciones ante los riesgos de derrumbamiento de las paredes del cráter.

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A medida que pasaban las semanas la profundidad del cráter iba reduciéndose, el hielo y el agua caían en la base, y los 50 metros previos fueron quedándose en unos 35. Las investigaciones estaban lideradas por un equipo de exploración ártica y por el Instituto de la Criósfera de la Tierra de la Academia de Ciencias de Rusia. Sobre sus mentes pendían varias hipótesis. La primera que aquel cráter estuviera vinculado al impacto de un meteorito. La segunda, que se debiera a un escape de metano. Vladimir Pushkarev, líder del equipo, prefería dejar a un lado todas esas historias que corrían por los foros y las redes sociales sobre un posible origen alienígena.

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Aceptaban, eso sí, que no era nada frecuente que de la noche a la mañana se formara un cráter de semejantes dimensiones, por ello era necesario continuar las investigaciones cuando fuera un poco más seguro descender, así que no fue hasta una tercera expedición, cuando por fin, pudieron deducir informaciones algo más concretas.

El fenómeno del termokarst

En esta tercera incursión al interior del cráter, se incluyó un radar de sondeo terrestre con el fin de explorar toda la zona obteniendo además, un modelo 3D del foso. Fue entonces cuando los científicos lo tuvieron más o menos claro: lo más probable es que se hubiera producido una  liberación de metano hídrico como consecuencia del calentamiento global. El terreno era bastante irregular y el núcleo de hielo empezó a derretirse, reemplazando a su vez el agua por gas.

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Al poco tiempo, todo ese gas fue originando una peligrosa «‘bolsa’ en el interior, cuyas consecuencias eran inevitables: aumento de la presión de gas, y el consecuente escape o explosión. La teoría del «termokarst» es la se sostuvo hasta finales del 2014, siendo publicada a nivel mundial para apaciguar todas esas ideas conspirativas o esos comentarios que encendieron todos los amantes de la ufología.

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Pero te sorprenderá saber que a lo largo de este año, las nuevas imágenes por satélite nos trae un escenario aún más impactante. Han aparecido decenas de nuevos cráteres a lo largo de esta región. Lo más seguro es que se este produciendo un deshielo, que el agua subterránea esté haciendo caer las placas de hielo superiores ante un terreno muy irregular, es posible… Pero de momento, los expertos siguen sin dar una explicación clara y objetiva. De hecho, en abril de este año se iniciarán nuevas expediciones para obtener más datos.

Estaremos pendientes. Si te ha parecido interesante este artículo, conoce también la inquietante carretera de los huesos de Siberia.