El siglo pasado fue un siglo de espectáculo, donde aquellos que eran diferentes eran señalados o admirados por su particularidad. En Supercurioso queremos hablarte del señor Stephan Bibrowsky, un hombre que tenía un porte mucho más elegante, se decía de él que siempre iba vestido de forma cuidada y exquisita, que hablaba cinco idiomas y que era extremadamente culto. Su particularidad lo hizo famoso en el mundo entero, una atracción circense que nadie quería perderse allá por los inicios de los felices años veinte.
Hace un tiempo tuvimos la oportunidad de contarte sobre los siameses Chang y Eng, dos hombres que dieron nombre a esta condición. No obstante, a Stephan Bibrowsky lo llamaban “El hombre con cara de león” y padecía hipertricosis, esa enfermedad extraña donde el cuerpo se llena de un vello lanudo que bien puede llegar hasta los 25 centímetros, una peculiar mutación que dio fama a este hombre de origen polaco, que supo combinar como nadie su enfermedad con la más sucinta originalidad en sus espectáculos… ¿Quieres conocerlo? Continúa leyendo 🙂
¿Quién fue Stephan Bibrowsky?
Antes de saber más acerca de su vida, debes saber que en 1890 Stephan Bibrowsky nació en Varsovia, una de las ciudades de Polonia, fue un bebé cubierto por un poblado vello color claro que fue rápidamente repudiado por su madre. Aunque su padre intentó hacerse cargo de él durante los primeros años, terminaron vendiéndolo a un empresario alemán llamado Sedlmayer, cuando apenas tenía cuatro años.
La enfermedad que padecía Stephan Bibrowsky era tan extraña que fue fácil entregarlo como ‘curiosidad’ del mundo. Para ser específicos, la hipertricosis es una enfermedad extremadamente extraña (solo hay 50 casos registrado de esta desde la Edad Media). En realidad esta patología no afecta de ninguna manera el funcionamiento de los procesos en el organismo, y su esperanza de vida es igual que la del resto de las personas. Lo cierto es que, al ser una enfermedad bastante distintiva, las personas que la padecen como Stephan Bibrowsky son aisladas, discriminadas y, en ocasiones, maltratadas física y psicológicamente.
Una posibilidad es que la estrategia de los padres y el alemán estuviera ya prevista de antemano, porque este empresario se encargó de educarlo de forma correcta mientras lo introducía en el mundo del circo sabiendo que iba a obtener muchos beneficios de él; sin duda Stephan Bibrowsky era un hombre brillante, hablaba 5 idiomas y leía por doquier, aunque se dice que su más grande sueño era ser dentista, quizá porque su enfermedad lleva asociada una casi total pérdida de los dientes (él solo tenía 2 dos dientes).
Aun así, este sueño no fue obstáculo para que Stephan tuviera otras paciones. Junto a Sedlmayer, cultivó éxitos. Desde un principio este le cambió el nombre de Stephan Bibrowsky a Lionel el hombre león: este sería su nombre artístico hasta el final de su vida. Cuando era apenas un niño, ambos emprendieron un viaje a Estados Unidos (el primero de muchos que harían) no obstante, al llegar, Stephan se dio cuenta de que esas tierras serían por siempre su hogar.
En sus actuaciones, Stephan Bibrowsky, realizaba trucos de magia y acrobacia, mostrando además unas dotes de estudiado encanto donde sobresalía su elegante voz y su cultura frente a esa imagen tan peculiar y agresiva que hechizaba a todo el mundo, su mundo del espectáculo fue muy diferente al del hombre elefante.
1. Una vida llena de espectáculo
Stephan Bibrowsky estuvo trabajando en el famoso circo de «Freaks» de Barnum & Bailey, o también conocido como «El circo de los horrores», donde se aseguraba que su aspecto se debía a la impresión sufrida por su madre embarazada al ver como un león atacaba a su esposo domador. Este circo daba vueltas por el mundo como un espectáculo famoso gracias a exhibir las cosas y las personas más extrañas, bien es cierto que en ocasiones eran poco más que burdos montajes. Pero por su carpa pasaron miles de personas expectantes no solo por conocer maravillas e inventos asombrosos, sino por ver uno de sus mayores espectáculos: la sección de deformidades humanas.
Fue aquí donde Stephan Bibrowsky se granjeó la admiración de miles de personas, solía atraer en gran manera su modo de desarrollar los espectáculos, su ropa era de gran calidad y muy llamativa, cuidaba mucho su aspecto físico, cepillaba bien su largo cabello facial hasta dejar una melena que iba más allá de los hombros, llamaba la atención sus llamativos ojos oscuros y la piel delicada de sus manos, libre de vello. De hecho, en 1904 este participó en una gira mundial donde sustituía a la anterior estrella del circo: Jo-Jo el Hombre con cara de perro.
En su vida tuvo muchísimos médicos, personas especializadas y de amplio conocimiento que se acercaban a él para examinarlo sin mucho éxito, en ese entonces no se sabía la razón científica del por qué existían personas como Stephan Bibrowsky. Aun así, su contrato con el circo de los horrores terminó pronto; se dice que estaba cansado de la vida circense, por lo que se dio una apresurada jubilada. Sin embargo, en 1910 fue partícipe de la Feria de Primavera de Basilea aumentando aún más su popularidad. Y en 1923 regresó nuevamente a Estados Unidos para aceptar la más generosa de sus propuestas…
Le pagarían 500 dólares semanales por vivir y exhibirse en Coney Island, a lo cual él aceptó. Adicionalmente le gustaba practicar deporte y mostrar su físico, lo que aunado a su larga y cuidada melena le valió la admiración del público, especialmente el público femenino. Después de trabajar al rededor de 5 años más en el show, Stephan Bibrowsky se retiró de una vez por todas del mundo del espectáculo, volviendo finalmente a Europa, esta vez su último destino sería Alemania.
Nunca explicó el por qué se retiraba del mundo del espectáculo, tal vez estaba cansado de aquel mundo, tal vez se sintiera hastiado y lastimado de un público ansioso por ver deformidades humanas, o tal vez quiso pasar sus últimos años en completa calma y tranquilidad consigo mismo. El caso es que volvió a su hogar para encontrar la muerte en 1932 justo cuando acababa de cumplir los 41, allí lo sorprendió un infarto al corazón, muriendo en el hospital de Berlín.
Se dice que Stephan Bibrowsky fue un hombre afortunado, no como un compañero suyo que también padecía Hipertricosis. En este caso, Fedor Jeftichew, debía exhibirse como un animal salvaje y gruñir en el escenario mientras otro personaje vestido de cazador lo mostraba como trofeo… Para «Lionel» el mundo circense cayó a sus pies, todos admiraban su particularidad, volviéndose él mismo su propio admirador.
Algunos cuentan que estaba tan orgulloso de su aspecto que una vez en Nueva York, en un incendio en el que estuvo a punto de chamuscarse el pelo, al salir ileso, declaró que quemarse el pelo era lo peor que le podría ocurrir, pues lo convertiría en un hombre «normal». Como ves, Stephan Bibrowsky fue un hombre de exuberante intelecto e inteligencia. Si quieres conocer historias heroicas, te recomendamos descubrir a Peter Love, este pirata escocés te encantará.