Hay todo tipo de filmes tristes, algunos hablan de enfermedades terminales, otros de la soledad, de genocidios, pero los que duelen de verdad son esos que te hacen sentir mal frente a la pantalla, te preguntas a ti mismo porque el director fue tan cínico. Y cuando el largometraje está basado en hechos reales no puedes evitar pensar que los hechos deben haber sido ciertamente más miserables de lo que logras ver desde tu sillón.
1. En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006)
Iniciaré éste top con la película protagonizada por el gran Will Smith. El conocido actor norteamericano encarna a Chris Gardner, un vendedor de clase media, media-baja de San Francisco que erra sensiblemente en un negocio de compra y venta y queda al borde del abismo económico en el que cae cuando su mujer lo abandona para trabajar en la costa Este del país. Desde allí Chris deberá enfrentar a la crueldad del mundo junto a su hijo de cinco años como único acompañante.
Habrá deudas que no podrá a pagar y lo llevaran, entre otras cosas, a dormir en el baño de una estación de metro en la escena más triste de todas, a la vez que intenta convertirse en corredor de bolsa y uno realmente desea que al final de la película pueda lograrlo.
2. Siempre a tu lado, Hachiko (Lasse Hallström, 2009)
Nos quedamos en la misma década para mencionar otra película (Remake) basada en hechos reales. Las historias con animalitos de por medio parece tocarnos más aún por desalmado que esto se oiga y “Siempre a tu lado, Hachiko” no es una excepción.
Parker Wilson un día encuentra en una estación de tren con un perro que había sido abandonado y decide darle un hogar, a partir de ese momento el can y él serán simplemente inseparables.
Conmueve ver a lo largo del filme lo que hace el animal con tal de pasar tiempo junto a su dueño, como lo acompaña a la estación del tren temprano cuando el hombre va a trabajar, la manera en que lo recibe en ese mismo lugar a la hora de su retorno, todo el barrio conocía a Hachiko y sabía lo que hacía.
Hoy en día hay una estatua del agradecido perro en medio de la plaza frente a la estación de Shibuya, donde el canino esperaba por su amigo humano.
3. La vida es bella (Roberto Benigni, 1997)
La segunda guerra mundial debía tener un puesto en éste top, incluso tendrá dos, pero centrémonos ahora en la obra de Roberto Benigni, quien en ésta ocasión fue guionista, director y protagonista.
La historia, como muchos ya saben, nos muestra la vida de Guido, un avivado y sumamente simpático señor que una tarde se encuentra fortuitamente con Dora y queda completamente enamorado. El destino los volverá a cruzar en varias ocasiones, y el caballero no perderá el tiempo, siempre tendrá algo que decirle a la señorita que más tarde se convertirá en su esposa, y madre de su hijo.
La guerra estalla y tanto Guido como Josue, su hijo de cinco años, son ingresados en un campo de exterminio. Al enterarse de esto, Dora pide que también se la encierre a ella para poder estar cerca de su familia. A partir de éste momento el padre actuará constantemente para hacerle creer al pequeño niño que la guerra no es más que un juego infantil e inmaduro en el que el objetivo es acumular puntos. Por eso, a pesar del sufrimiento que padece, día tras día debe sonreír frente a Josue para mantener su ilusión.
La escena en que Guido hace de intérprete para un soldado nazi es sin duda una de las mejores de todo el film, junto con una de las últimas, en la que marcha de manera jocosa delante de la punta de una escopeta alemana.
4. La tumba de las luciérnagas (Isao Takahata, 2003)
A pesar de ser una película animada, éste largometraje japonés tiene que estar en cualquier ranking de películas para emocionarse, y es que no escatima en escenas duras por el hecho de ser dibujos, y te mantiene emocionado más de una hora y media.
Durante la Segunda Guerra Mundial un bombardeo en una ciudad de Japón deja malherida a la madre de Seita y Setsuko, dos niños que, con el padre ocupado cumpliendo con la marina japonesa, deberán sobrevivir sin demasiada ayuda adulta hasta que un familiar los acoge.
Lamentablemente, la empatía no es algo que caracterizase a la mujer que les abrió las puertas y el orgullo del muchacho de doce años, responsable de su pequeña hermana, pudo más que las provocaciones y reproches constantes de la señora. Llegados a este punto, todo lo que uno pudo ver antes será poco. La mala alimentación pone a la niña en riesgo y su hermano se esmerará en poder salvarla. Se puede sentir el sufrimiento, el dolor, la desesperación de los personajes animados solos en medio de un clima caótico de guerra y los momentos en que la pequeña Setsuko sonríe llenan el alma.
5. El limpiabotas (Vittorio De Sica, 1946)
Sin duda alguna, el neorrealismo italiano puede conformar, sin ayuda de otro subgénero, éste top. Éstas películas no esquivan las escenas duras y nos muestran la vida tal como es en muchos casos: cruel.
Vittorio de Sica es el director de varias obras maestras, entre sus mejores películas se encuentran Milagro en Milán, Ladrones de Bicicletas, y obviamente El Limpiabotas, de cuál voy a hacer un breve resumen yo aquí. La película narra la historia de dos amigos inseparables que se dedicaban a lustrar botas en la Roma de la década del 1940. Ambos comenzando la mocedad soñaban con comprar un caballo, por eso cada lira que no iba para la comida de la familia, se destinaba al ahorro para llegar al equino, de ese modo el avance económico era realmente lento, pero un día se les presentó la oportunidad de sus vidas: el hermano mayor de uno de los niños quería introducirlo en un negocio por lo menos turbio. El más pequeño acaba aceptando, gracias a su envidiable, a veces, ingenuidad y acaba siendo apresado junto a su fiel compañero en un correccional de menores.
Dentro los mozalbetes siguen distintos caminos y su amistad comienza a peligrar cuando uno de ellos confiesa quiénes habían interferido en el negocio que los metió en la correccional. La película tiene un final demoledor y las peleas entre niños, que tan feas se ven cuando sus pequeños ojos pierden la inocencia, y se llenan de odio, y de ganas de lastimar, ya no son tan graves. Simplemente, no se puede encontrar solución para el porvenir de uno de los protagonistas después del film y así quiere que lo entiendas su director.
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