Es verdad que la inteligencia depende de muchos factores, sociales, económicos, emocionales, personales. Y que dentro de lo que llamamos “inteligencia” agrupamos capacidades distintas para relacionarnos con el mundo.
Pero, ¿qué dirías si, siendo madre o padre, pudieras hacer algo efectivo, que sí funciona, para que tu hijo o hija se convierta en un ser más inteligente? Y eso que puedes hacer es totalmente gratis… ¿lo harías?
La leche materna, ¿una bebida mágica?
Diversos estudios se han hecho sobre la leche materna. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda dar a los bebés el pecho como único alimento hasta los 6 meses de edad, y luego hasta los 3 años, lógicamente acompañado de otros alimentos.
Hay muchas personas que piensan que esta recomendación de la OMS es para los países en vías de desarrollo o muy pobres, en donde no hay suficientes recursos para alimentar bien a los niños. La verdad es que no pueden estar más equivocados.
Además de ser el alimento fundamental para un bebé, favorece el desarrollo de un sistema inmunológico súper fuerte, que evita que los niños en estas edades tan vulnerables se enfermen con demasiada frecuencia o que, una vez enfermos, puedan luchar en condiciones más favorables para ellos.
Claro que a todo esto hay que añadir que la madre también debe estar bien alimentada.
Por otro lado, los estrechos lazos que se forman entre la madre y su bebé al amamantarlo son un factor muy importante para el desarrollo emocional del niño, así como para su futura independencia y seguridad en sí mismo.
Pero aún hay más: recientes investigaciones han arrojado otros datos que indican que amamantar al bebé incrementa su coeficiente intelectual… y esto es un descubrimiento increíble.
Los estudios
En el King’s College de Londres
Estos investigadores descubrieron que el coeficiente intelectual aumentado por la leche materna se debe a una variante del gen FADS2. Este gen produce una enzima implicada en el metabolismo de los ácidos grasos, y está presente en el 90% de las personas.
En el estudio participaron 3.200 niños pequeños, y los que poseían la variante genética presentaban un coeficiente entre 6 y 7 puntos superior. Todos los que habían sido amamantados tenían la variante del gen. Los otros chiquillos, alimentados con tetero o biberón, no la tenían.
En la Universidad McGill en Montreal, Canadá
Un equipo, liderado por el doctor Michael Kramer, estudió a un enorme grupo de niños, específicamente 13.889, nacidos entre mediados de 1996 y finales de 1997 en la maternidad de Bielorrusia, durante siete años.
Entre los parámetros del estudio estaba la lactancia, y descubrieron que aquellos niños que habían sido amamantados exclusivamente durante los primeros meses de sus vidas, conseguían mejores desempeños en los test cognitivos y en sus primeras calificaciones en la escuela.
También observaron que estos niños obtenían mejores resultados tanto en lectura como en redacción. Claro que estas diferencias tal vez no se debieron única y exclusivamente al hecho de ser amamantados, y que quizá las interacciones sociales y físicas de la madre con su hijo durante el amamantamiento podrían intervenir en estos resultados, como piensa Michael Kramer, aunque lo importante seguiría siendo el dar pecho al bebé.
Universidad Federal de Pelotas, Río Grande Do Sul, Brasil
Este estudio ha sido el más grande y extendido en el tiempo. Los investigadores hicieron su experimento en una muestra de 3.500 niños y niñas recién nacidos, y lo llevaron durante nada menos que 30 años, hasta que estos niños se convirtieron en adultos.
Descubrieron, como los otros, que al ser amamantados se convertían en adultos más inteligentes, con mejores empleos y mejores salarios.
Por supuesto, los empleos y salarios podrían deberse a la condición socioeconómica de la familia, aunque los científicos sostienen que tuvieron en cuenta esa variable y que la situación económica previa no tuvo mayor influencia en los resultados.
Lo interesante de esta última investigación es que se comprobó, sin temor a equivocaciones, que los niños que no tuvieron la oportunidad de ser amamantados mostraron un peor desempeño cognitivo. No sólo eso, entre ellos había menor tiempo de escolaridad, una mala inserción laboral y un pobre nivel de vida, y que las variables eran directamente proporcionales al tiempo que fueron amamantados.
Eso indicó otra cosa: que el tiempo de lactancia fue una variable determinante. Aquellos niños que tomaron pecho durante al menos su primer año de vida, presentaban en promedio (de adultos) un CI 4 puntos por arriba, un año más de escolarización y al menos 100 dólares más de salario, respecto de aquellos que habían sido amamantados un mes o menos.
Vale la pena dar el pecho a los bebés, es verdad que la vida moderna vuelve difícil esa hermosa relación entre madre e hijo, pero también es cierto que cada vez son más los países y las legislaciones que promueven la lactancia materna. Y ésta es una razón más para hacer el esfuerzo.
¿Tú qué crees? Coméntalo y lee también el artículo sobre los mejores y peores países para ser madre.