¿Buena o mala suerte? Hay personas que a lo largo de su vida sufren innumerables percances que hubieran acabado con la vida de cualquiera y aún así, resisten los envites de la vida, la naturaleza o la salud. El caso del Mayor Summerford y los rayos es digno de estudio.
La increíble historia del Mayor Summerford y los rayos
En verano de 1914 dio comienzo la Primera Guerra Mundial. El Mayor Summerford, un oficial británico, se sumó a los combatientes de su país. En el mes de febrero de 1918 estaba luchando en la zona de Flandes cuando un rayo cayo muy cerca de él asustando al caballo que montaba, que lo arrojó al suelo. De resultas de este accidente, causado por un rayo, le quedó prácticamente paralizada la parte inferior del cuerpo.
Dado de baja del ejército, se retiró a vivir a Vancouver (Canadá) donde, poco a poco, fue recuperando el uso de las piernas.
En 1924, se produjo el segundo accidente debido a un rayo. El Mayor había salido a pescar cuando un rayo cayó sobre el árbol en el que se había sentado y esta vez le paralizó el lado derecho del cuerpo para siempre.
En 1930, pasados ya unos años del último percance, Summerford, que se iba recuperando y aunque medio paralizado intentaba seguir con su vida normal, salió a pasear por un parque próximo a su hogar. ¿Que ocurrió? En ese paseo lo alcanzó un rayo de nuevo, dejándolo – esta vez irremediablemente – paralizado por completo. Aún así el Mayor sobrevivió dos años a este tercer y aparentemente último accidente con esa fuerza de la naturaleza.
Summerford, murió y fue enterrado y aquí debería acabar la historia del Mayor y los rayos; pero no fue así. A los cuatro años del deceso, un rayo cayó en el cementerio destruyendo por completo una lápida ¿De quién era? ¡Efectivamente! ¡Era la de la tumba del Mayor Summerford! Después de este último suceso cabe preguntarse si había algún magnetismo especial en el oficial británico que, incluso una vez fallecido, atrajera irresistiblemente a los rayos.
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades ha elaborado un estudio sobre quiénes tienen mayores probabilidades de que les caiga un rayo. Sus conclusiones son que los hombres tienen 5 veces más probabilidades que las féminas y los jóvenes de 15 a 34 años son los más firmes candidatos siempre que practiquen deportes o tengan trabajos al aire libre. ¡Ah! Toma nota: los atardeceres de verano son el momento del año más peligroso. ¿Te lo imaginabas?
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