¿Te has preguntado alguna vez por qué no montamos en cebra? Hasta la invención del telégrafo y del ferrocarril, el caballo fue la principal fuerza de locomoción y comunicación del ser humano. Durante más de 5.000 años, la diferencia entre sociedades dominantes y culturas dominadas estuvo asociada a este noble animal, que arrastraba arados, carros con mercancías o llevaba sobre su lomo guerreros que asolaron casi todos los territorios donde este animal se hiciera presente.
No deja de ser curioso que siendo el ser humano originario de África no haya intentado domar y domesticar un recurso tan abundante como parece ser la cebra y que, en cambio, haya domado al caballo, una especie originaria de Asia y Europa. ¿No te parece extraño?
¿Por qué no montamos en cebra, pero sí en caballo?
Cebras, caballos y asnos tuvieron un ancestro común: el eohippus, un équido de hace 50 millones de años, pero han gozado de un destino diferente; el caballo y el asno fueron domesticados y las cebras en cambio continúan corriendo salvajes en grandes manadas por las sabanas africanas. Las cebras están más emparentadas con los asnos que con los caballos. ¿Por qué no fueron domesticadas? Hay quienes argumentan que es un animal indomable, que se defiende propinando mordiscos y coces y que además posee una habilidad para evadir o sacarse el lazo, que no tienen caballos ni asnos.
Sin embargo, el asno tiene varias de esas características y aun así fue domesticado. Otro argumento: los caballos presentan estructura familiar, si domas al líder lo reemplazas como figura de autoridad y el resto de la manada te seguirá. Habría que suponer que las cebras no poseen esa estructura, lo que haría más difícil el proceso de domesticación.
Veamos algunas características necesarias para que un animal pueda ser domesticado: debe ser de carácter amable y predecible, fácil de alimentar, de reproducción rápida y tener cierto sentido de la jerarquía o estructura familiar, que le permita aceptar al humano como el jefe de la manada. Aparentemente la cebra no tendría esta última cualidad, que a su vez permitiría adiestrarla y eliminar los rasgos peligrosos de carácter.
El caballo salvaje también muerde y cocea, pero tiene un carácter menos agresivo y posee estructura jerárquica, además de ser más grande y cómodo para montar.
Es posible que haya habido cebras domadas, no sólo en circos sino también para actividades como animal de tiro en algunas regiones de África, pero la especie no ha sido sometida a un proceso de domesticación, como sí pasó con el caballo. Y es por eso que nos alejamos cabalgando hacia el horizonte, en vez de hacerlo “cebreando”. Esta es una posible razón de por qué no montamos en cebra.
Si te gustó el artículo, no te pierdas estos animales letales de Australia.