Todos hemos oído hablar de la cleptomanía. La hemos visto en películas e incluso conocemos estrellas mediáticas que la padecen. Pero, ¿qué sabemos en realidad de la cleptomanía? ¿Puede evitarse? Descubramos más sobre este trastorno y los que lo padecen: los cleptómanos.
No poder parar de robar: cleptómanos
Las cleptomanía es un impulso irrefrenable, un trastorno que lleva al que lo padece a apropiarse de lo ajeno pero sin que su motivación sea el enriquecerse o causar mal alguno. Este hecho es la barrera que separa al ladrón que comete pequeños hurtos de la persona que sufre cleptomanía.
El cleptómano es el individuo que sufre un trastorno psicológico que le lleva a una acción repetitiva y sin control: efectuar pequeños hurtos. Su finalidad no está en lo que pueda conseguir con esa acción, sino en la acción en si misma. No hay premeditación ni lo ha planificado, simplemente no puede controlar el impulso de robar algo.
Estudios entre los afectados de cleptomanía arrojan que este trastorno puede ser hereditario, como muchos de control de impulsos. También existen casos en los que ha sobrevenido por un golpe en la cabeza. No tiene nada que ver el nivel económico ni el educativo. Se da más en mujeres que en hombres y la adolescencia y la post-adolescencia son las épocas de la vida en que suele manifestarse por primera vez.
Este trastorno tiene una serie de síntomas como son el ir habitualmente acompañado de ansiedad, la imposibilidad de resistirse, pensamientos recurrentes entorno al hecho de robar y, por último, una liberación al cometer el hurto que va inmediatamente acompañada de un gran arrepentimiento. Este último le lleva a tirar o regalar el objeto sustraído. En realidad no le interesa para nada. No necesita poseer algo, sólo hurtarlo. Además de la ansiedad ya mencionada, la cleptomanía puede ir acompañada por depresión, trastornos alimentarios y conductas adictivas.
Su curación se ve perjudicada por el hecho de que unas veces el cleptómano siente vergüenza de sus actos y no pide ayuda y otras se confunde con otros trastornos. Si se diagnostica correctamente, puede empezarse un proceso que lleve a superar el trastorno. Se trata de métodos para conseguir el control de los impulsos como pueden ser terapias conductuales y cognoscitivas, técnicas para aprender a relajarse y, en algunos casos, el uso de psicofármacos.
En todo caso, es importante detectar esas conductas, especialmente en adolescentes, y aconsejarlos para que consigan ayuda lo antes posible. Si te interesan los temas relacionados con la conducta, quizá quieras saber más sobre el trastorno de personalidad antisocial.