Todos sabemos, o deberíamos saber, quién fue Charles Darwin, el naturalista inglés del siglo XIX, autor de El origen de las especies (1859) y considerado como el principal creador de la moderna teoría de la evolución, que todavía origina debates y polémicas en lugares tan curiosos como algunos centros educativos de Estados Unidos, que defienden el creacionismo, a pesar de las numerosas evidencias científicas que respaldan las tesis de este hombre extraordinario, que era además poseedor de algunas costumbres inquietantes.
¿Conocías esta inquietante costumbre de Charles Darwin?
Desde muy joven Darwin mostró un interés inusual por saber cómo sabían los animales de su entorno. Se cuenta que siendo niño coleccionaba escarabajos y que es probable que los probase, aunque se trata de una historia apócrifa. Lo que sí es cierto es que en su juventud, en Cambridge se unió a un club de degustación llamado el Gourmet club (aunque era mejor conocido como el Glutton Club, el “club de los glotones”), que tenía entre sus objetivos, como él mismo contó: “degustar todos y cada uno de los pájaros y bestias que han sido conocidos por el paladar humano”.
Fue en esta sociedad donde probó platos como el halcón, una especie de garza y un búho que aparentemente le cayó muy mal y contribuyó a alejarlo de esta sociedad. Pero tendría una mejor oportunidad para ejercer su gusto por los sabores exóticos en el viaje de cinco años alrededor del mundo, que realizó a bordo del Beagle.
El viaje gastronómico de Charles Darwin tuvo varios momentos interesantes: en Sudamérica comió armadillo (que tenía “el sabor y el aspecto de pato”), puma (que probó creyendo que se trataba de carne de venado), ñandú y un roedor grande, posiblemente un agutí (que en Venezuela llamamos picure) que consideró como la mejor carne que había probado en su vida. Los huesos del ñandú los envió al Museo Británico de Historia Natural y esta especie terminó llevando su nombre (Rhea darwinii).
En las islas Galápagos, que tan importantes serían en su vida y en la elaboración de su teoría de la evolución, degustó iguanas y las tortugas galápagos, de las que además cargaron un buen número para ser comidas durante el viaje.
Hoy un día esta conducta sería muy mal vista en un biólogo, o al menos se consideraría una conducta inquietante, pero entonces era normal y hay que decir que las especies degustadas por Darwin no se encontraban en peligro de extinción, y los viajes de exploración dependían en gran medida de alimentos conseguidos en plena naturaleza, pues no existían sitios de abastecimiento, ni estaba muy desarrollada la industria de alimentos en conserva.
Éste podría ser un tema interesante para indagar entre los lectores: «cuáles son los alimentos más exóticos que han probado», ¿no te parece?
Para que te hagas una idea de las cosas que se pueden comer, lee estas 5 comidas extrañas, a ver si te atreves.