En tiempos recientes el tema de la minería y su impacto, generalmente negativo, en el entorno natural del continente suramericano ha vuelto a estar en la palestra: Brasil, Perú y Venezuela han tenido cobertura de la prensa internacional debido a grandes desastres (Minas Gerais), a la contaminación mercurial en Perú y a la amenaza a espacios declarados patrimonio mundial natural por la Unesco, fuentes de agua y donde hacen su vida pueblos originarios, como es el caso de las tierras altas de la Guayana venezolana.
Pero hay otros espacios suramericanos sobre los que pende la amenaza minera y que no gozan de tanta difusión, como es el caso del páramo de Santurbán en Colombia.
El páramo de Santurbán, un PARAÍSO NATURAL amenazado por la minería
El complejo del páramo de Santurbán se encuentra en el ramal oriental de la cordillera de los Andes colombianos, entre los departamentos Santander Norte y Santander, y abarca un área de unas 142.000 hectáreas que van desde los 2.800 m hasta los 4.290 m, con una gran riqueza paisajística, especialmente por el complejo de lagos y lagunas (más de 40), y la presencia de una flora y fauna excepcional.
Se estima que esta región proporciona agua para unos 2 millones de personas y para actividades agropecuarias que se desarrollan tanto en el páramo como en las zonas más bajas de los estados antes mencionados, por lo que desde hace años se han decretado e implementado varias áreas de protección bajo la figura de parques naturales.
Sin embargo, esta hermosa región está amenazada desde hace tiempo por la explotación minera, especialmente por la dedicada al oro.
Por décadas, en varios de los pueblos aledaños a este páramo la principal actividad ha sido la minería artesanal, pero en los años 90 esta situación cambió con los permisos otorgados a empresas transnacionales para la exploración y explotación de este mineral a gran escala; empresas como la canadiense Greystar Resources LTD (también llamada Eco Oro Minerals Corp), ha intentado llevar adelante un proyecto de mina a cielo abierto denominado “Angostura”, y al que se han enfrentado desde alcaldes hasta organizaciones políticas y organizaciones no gubernamentales interesadas en la protección de este ambiente, hogar del oso de anteojos (también llamado oso frontino) y del frailejón, una de las plantas más emblemáticas del páramo suramericano.
La lucha contra esta empresa, y contra la minería en general en esta zona, aparentemente se resolvió en febrero de 2016, cuando la Corte Suprema de Colombia falló en contra de la actividad minera en zonas de páramo y suspendió todas las licencias de explotación en estos ecosistemas. Pero la presión para cambiar esta decisión y la amenaza a los espacios del páramo de Santurbán sigue allí, y no sólo por parte de la multinacional canadiense, sino también por los miles de mineros que tienen su sustento en esta actividad.
En el caso de Santurbán, y de otras explotaciones mineras en Suramérica, las palabras de Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina parecen seguir teniendo vigencia: “Nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos”.
Si te preocupan estos temas, entonces consulta estos lugares que desaparecerán, en gran medida por la intervención humana.