San Domino es actualmente una turística isla en el Mar Adriático a la que acude mucha gente a disfrutar de sus playas sin conocer la historia que esconde. Antes de iniciarse la Segunda Guerra Mundial, el régimen de Mussolini encarceló a muchas personas por su orientación sexual. San Domino se convirtió en una isla gay creada por los fascistas en Italia.
Una isla gay creada por los fascistas en Italia: San Domino
Hace un tiempo la BBC se hizo eco de un libro publicado por los investigadores Gianfranco Goretti y Tommaso Giartosi llamado «La Isla y la Ciudad» en el que relataban los hechos ocurridos en la isla y recogían testimonios de lo que pasó en los años 30 del siglo pasado. También habló de un grupo de activistas que acudieron a San Domino para recordar el vergonzoso encarcelamiento ocurrido en ella hacía casi 80 años. Lo hicieron para reivindicar los derechos de gays, lesbianas y transexuales en Italia.
En los años 30, la fascista Italia de Mussolini era declaradamente «viril», el ideal de hombre era marido, padre y soldado. No había lugar en ella para los homosexuales y éstos eran duramente perseguidos. En Sicilia, el alcalde de Catania, no se sabe si con la intención de congraciarse con «El Duce», decidió emprender una cruzada particular. Decretó que los bailes y actitudes homosexuales «propagaban la degeneración» e hizo capturar a 45 vecinos de la población y sus alrededores. Los esposó y los embarcó con destino a una isla en el Mar Adriático a casi 600 km. de sus hogares.
En la isla no había agua corriente ni electricidad y a las 8 sonaban las campanas y los prisioneros eran recluidos en los dormitorios. Llegaron también prisioneros de otros lugares de Italia, pero a diferencia de otras islas que también se convirtieron en prisión, a San Domino sólo enviaban homosexuales. Lo que en principio era un castigo para apartar a estas personas que los fascistas consideraban perniciosas, se convirtió a la larga en una comunidad unida y hasta se podría decir que de alguna manera «feliz».
Las condiciones en la isla eran muy duras, sin embargo esos hombres gozaron en ella de una libertad que nunca habían conocido. La policía los vigilaba de lejos, pero como ellos no presentaban problemas, no se metían en sus quehaceres diarios. Así pudieron entablar relaciones y amistades sin la mirada de sus católicas familias, hacían obras de teatro y se vestían de mujer sin que nadie los juzgara y celebraban las onomásticas o la llegada de nuevos internos libremente.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, los internos de la «isla gay» fueron devueltos a sus hogares en situación de arresto domiciliario. Se dice que muchos de ellos lloraron al abandonar San Domino. Tuvieron que separase de amigos y parejas y del lugar que tenía que haber sido una cárcel y en cambio les permitió una libertad de la que nunca habían gozado antes.
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