A medida que los animales evolucionaron hacia una personalidad cada vez más gregaria, la posibilidad de entrar en contacto con patógenos y el contagio de infecciones de sus compañeros aumentó, lo que llevó a una mayor necesidad de un sistema inmune fuerte.
Tu personalidad podría depender de tu sistema inmunológico
A pesar de que este enlace puede parecer algo lógico, los investigadores de la Universidad de Virginia han demostrado por primera vez que el sistema inmune de los ratones controla directamente las partes del cerebro que son responsables de la conducta social, lo que indica que la evolución de la sociabilidad puede haber ocurrido como resultado de esta inmunidad.
Los investigadores explican cómo los ratones que fueron criados, carecen de una molécula inmune para combatir el patógeno particular llamado interferón gamma (IFN-γ) muestran déficits sociales y comportamiento autista en la interacción con otros ratones. Para tratar de averiguar lo que estaba causando esto, utilizaron resonancia magnética funcional (fMRI) para observar la actividad cerebral de los animales.
Al hacerlo, descubrieron que ciertas regiones del cerebro en la corteza prefrontal (PFC) que son conocidas por controlar el comportamiento social se habían convertido en hiperactivas, al igual que les sucede a los seres humanos con autismo.
Después de esto, los autores del estudio inyectaron a los ratones IFN-γ, y se señaló que desde este instante se comportaron como los ratones sanos, sin alteraciones sociales. Cuando controlaron la actividad neural de estos roedores, el equipo encontró que la introducción de IFN-γ condujo a un aumento en los niveles de un neurotransmisor llamado GABA, que inhibe las neuronas en el PFC, y alivia su hiperactividad.
Al comentar sobre este descubrimiento, el coautor del estudio, Jonathan Kipnis explicó en un comunicado que «el cerebro y el sistema inmune adaptativo se cree que están aislados unos de otros, y cualquier actividad inmune en el cerebro era percibida como un signo de una patología. Y ahora, no sólo están demostrando que interactuan estrechamente, sino que algunos de nuestros rasgos de comportamiento podrían haber evolucionado a causa de nuestra respuesta inmune a los patógenos».
Para confirmar el vínculo evolutivo entre la inmunidad y los rasgos de comportamiento social, los investigadores analizaron los genomas de una serie de especies de roedores, así como de pez cebra y moscas de la fruta que se habían utilizado en experimentos de laboratorio anteriores. Sorprendentemente, descubrieron que los animales que habían sido alojados en recintos sociales tenían un gen de IFN-γ regulado al alza, mientras que en los animales mantenidos en confinamiento solitario aparecía una regulación a la baja de este gen.
Esto sugiere que estas especies están genéticamente programadas para producir IFN-γ cuando interactúan con otros, independientemente de si han sido infectados con un patógeno. Por lo tanto, parece probable que el IFN-γ esté muy involucrado con la activación de los comportamientos sociales, al mismo tiempo protege contra cualquier tipo de infección que pueda derivarse de estas interacciones.
Sobre la base de este hallazgo, los autores del estudio especulan que «la inmunidad también puede contribuir a la modulación de los circuitos neuronales que son responsables de nuestros comportamientos cotidianos y personalidad.» Por otra parte, sugieren que muchos déficits sociales y de personalidad en los humanos pueden, de hecho, ser causados por sistemas inmunológicos defectuosos, y esperan que este descubrimiento produzca nuevos tratamientos para condiciones como el autismo y otros trastornos similares.
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