Eva Braun tuvo una vida breve, encauzada con una intensidad teatral que, como en grandes obras trágicas, selló el amor. El 29 de abril de 1945, se casó con Adolf Hitler en un búnker subterráneo. Horas más tarde, consumaron su unión arrebatándose la vida con cápsulas de ácido prúsico, él completando con un disparo en la sien, mientras que la armada de la Unión Soviética iba tras sus pasos.
Para la historia, la esposa de Hitler no fue más que la novia que ocultó el líder nazi por más de una década, su fotógrafa y quien además lo acompañó en la senda de la muerte, sin más pormenores. Sin embargo, su romance aguarda curiosísimos detalles.
¿Quién fue la esposa de Hitler? Lo que quizá no sabías
¿Qué hace una chica de 17 años con un hombre de 40? El amor no tiene edad pero la gente cuestionaría por las particularidades de esta historia, que todo se trató de ambición y no de amor. Aunque, en realidad, Eva Braun estaba verdaderamente enamorada de Hitler. De hecho, lo conoció bajo el seudónimo de “Herr Wolff”, en 1930, cuando no era muy conocido en el mundo político. Ambos se devoraron con la mirada la primera vez que se vieron y desde allí ella cayó rendida bajo sus encantos. Ardían de deseo.
Tuvieron citas como cualquier otra pareja a cines, teatros, cenas románticas… a pesar de que Hitler estaba enamorado de alguien más. El hombre de bigote pequeño y de, al parecer, enorme carisma, tenía una relación con su sobrina Geli Raubal, a quien amó como a nadie.
Eva Braun fue quien consoló a Hitler cuando Geli, de 23 años, supuestamente cometió suicidio mediante un disparo en el pulmón, en 1931, un día después de discutir intensamente con el dictador luego de que ella le anunciara que se marcharía a Viena.
El amor que sentía Braun por el führer sobrepasaba los límites de la cordura. Estaba dispuesta a soportarlo todo, con tal de recibir un poco de la atención de su amado. Así tuviese que luchar contracorriente por sus deslices amorosos y su gélida personalidad.
Él la engañó en numerosas ocasiones, y lo más curioso es que ocho de sus relaciones pasajeras (conocidas), estuvieron marcadas por eventos trágicos. El suicidio era una constante entre las mujeres de Hitler. Renate Müller, una famosísima actriz alemana que hizo propaganda nazi, fue una de las desafortunadas más populares.
La mujer que según le confesó a su director Adolf Zeissler, era capaz de hacer que Hitler se echara al piso para ser dominado por ella y que se masturbase mientras Müller le maldecía, acabó con su vida lanzándose de una ventana, en 1937.
Al igual que las otras, quien fue efímeramente la esposa de Hitler deseaba ser la única en la mente de su führer. Así que siguió el tren de la tragedia, tomó el arma de su padre y se disparó cerca del corazón, con la esperanza de conmover al nefasto líder de Alemania con la misma intensidad que lo hizo Geli con su deceso.
Sin embargo, falló en el intento, quizá a propósito para sembrar en Hitler el miedo de perderle para siempre y, tal vez, sensibilizarlo.
Por su parte, el führer le prometió que estaría ahí para ella, aunque él nunca fue un buen novio. Solía someterla a situaciones humillantes para que nadie se enterara del noviazgo con la joven rubia. Ella era una vergüenza para él. Solo sus viejos amigos sabían sobre su vida amorosa, por lo que la describían como una mujer profundamente infeliz y profundamente enamorada.
En varias oportunidades Eva tuvo que esconderse en una pequeña habitación al lado del dormitorio de Hitler para que miembros del gabinete y otros partícipes del partido nacionalsocialista no supieran de su conexión con ella. Aún así, no podía vivir sin él.
En 1935, Eva pasó tres meses sin saber de su verdugo amoroso. Aunado al peso de su ausencia y los rumores de que su pareja se encontraba con otra mujer, decidió tomarse un frasco de somníferos para poner fin al dolor del abandono.
Este se trató de un nuevo intento fallido de suicidio, el segundo, que provocó que Hitler regresara con flores y promesas. Fue el último que realizaría sola.
El ejército rojo se aproximaba a Alemania y con este acercamiento se discutía sobre el posible asesinato de Hitler y todo aquel que le rodeara. Entre los posibles ejecutados estaría Eva Braun seguramente, pero ella rehusó huir y abandonar a su adorado a la suerte de los soviéticos.
“¿Crees que lo dejaría morir solo? Me quedaré con él hasta el último momento. Lo he pensado exactamente. Nadie me puede parar,” fue lo que dijo Eva cuando le sugirieron escapar. Lo que ocurrió después, cortó el hilo de la vida de la chica a los 33 años.
El primero en tomar ácido prúsico fue Blondi, el perro de Hitler. Cuando la mascota cayó tendida al suelo, el dictador soltó alaridos de dolor… se encontraba inconsolable. Llegado el turno de Eva, ningún alma derramó ni una sola lágrima.
¿Te ha interesado el artículo sobre la esposa de Hitler? Te invitamos a leer: ¿La mujer más fea del mundo? La sorprendente historia de Mary Ann Bevan
Imágenes: Wikipedia, reseauinternational.