Margot Wölk era una de las 15 jóvenes que debían probar la comida del tercer reich para asegurarse que ésta no estuviera envenenada. Con 96 años, Margot cuenta el terror psicológico al que tanto ella como sus compañeras fueron sometidas constantemente.

Catadora a la fuerza

Margot Wölk nació en 1917 en Wilmersdorf, Alemania. Ella se define como anti Nazi y afirma que fue forzada a unirse a la League of German Girls y a trabajar como catadora de la comida de Hitler. En el año 1941 mientras el esposo de Margot estaba en la guerra, ésta tuvo que abandonar su hogar en Berlín para evitar ser una víctima más de la guerra, ya que los continuos bombardeos estaban destruyendo la ciudad por completo.

Fue así como decidió trasladarse hasta la casa de su suegra en Partsch (actualmente Parcz, Polonia), una pequeña ciudad ubicada a 400 kilómetros de Berlín. Allí, el alcalde de la ciudad, quien se distinguía por ser un fiel miembro del partido Nazi, la obligó a formar parte del grupo de catadoras de comida del Führer.

Hitler temía por su vida y sus miedos no eran injustificados, sus enemigos se multiplicaban e inclusive un grupo de soldados alemanes intentaron asesinarlo colocando una bomba en la Guarida del Lobo, hay registros de que más de 5.000 alemanes fueron ejecutados por este hecho. Por esta razón Hitler sospechaba hasta de su sombra, por lo cual tenía a este grupo de jóvenes mujeres cuyo único trabajo era probar la comida y así descubrir si había algún veneno en la misma.

La seguridad alrededor de Hitler era tan extrema que Margot asegura que nunca llegó a verlo en persona, solamente conoció a su famoso perro, un pastor alemán llamado “Blondi”.

Miedo a morir

Las 15 jóvenes catadoras lloraban y temblaban de miedo cada vez que les tocaba probar los alimentos del Dictador, sabían que quizás esa comida podía ser la última de sus vidas, ya que había constantes rumores que indicaban que los británicos querían envenenar al Führer.

En este sentido, Margot relata:

«Teníamos que terminar la comida. Después, nos tocaba esperar una hora, y siempre teníamos miedo de ponernos enfermas. Llorábamos por la alegría de haber sobrevivido»

Entre algunas curiosidades, Margot recuerda que Hitler debió ser vegetariano, ya que nunca les dieron de probar ningún tipo de carne, siempre era arroz, fideos, coliflor, guisantes, pimientos, entre otros.

A finales del año 1944 cuando el ejército de los aliados avanzaba firmemente sobre un debilitado ejército Nazi, un oficial de la SS ayudó a Margot a escapar, salvándola de una muerte segura. El resto de sus compañeras fueron fusiladas en 1945, por lo cual Margot se convirtió en la única catadora sobreviviente de aquellos oscuros años de guerra.

Una época marcada por el horror y la muerte, en la que ocurrieron todo tipo de abusos y vejaciones. La historia de Margot deja una vez más en evidencia lo terrible de un régimen que llevó a la muerte a millones de personas y utilizó su poder para pisar a todo aquel que estuviera por debajo.

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