El trabajo de los restauradores y conservadores de los museos parece a simple vista carente de emociones, más allá de las puramente estéticas. Sin embargo, este colectivo a veces realiza las labores de un auténtico detective. En Supercurioso ya os hablamos del misterio del Cristo con dientes humanos y en esta ocasión os traemos 3 obras de arte que ocultaban un secreto.
3 obras de arte que ocultaban un secreto
1. «In the Garden» del impresionista estadounidense Robert Reid
Robert Lewis Reid fue uno de los más conocidos impresionistas estadounidenses. Nacido en Massachusetts en 1864, estudió en Boston, Nueva York y París. Murió en 1929 dejando una extensa obra. Uno de sus cuadros estaba expuesto en el Museo de la Universidad de Valparaíso en Indiana. En 2014, Barry Bauman, conservador del museo, descolgó el cuadro de la sala en que estaba expuesto para proceder a su restauración. Los daños que tenía lo obligaron a retirarlo del marco en que estaba enclavado y, cual no sería su sorpresa, al encontrar debajo de «In the Garden» otro cuadro de Robert Reid.
Nadie sabe el motivo por el cual Reid puso los dos cuadros en el mismo marco, aunque se supone que fue para facilitar su transporte y que luego nunca fue desmontado.
El beneficiado en este caso fue el Museo de Indiana que pasó a poseer dos valiosos cuadros de Robert Reid en lugar de uno.
2. «Mujer joven empolvándose» de Georges Seurat 1888-1890
Seurat, el maestro del puntillismo, pintó en este cuadro a su amante, Madeleine Knobloch. El maestro estaba profundamente enamorado de esta mujer de redondeadas curvas. En el retrato la vemos empolvándose frente a un espejo. Arriba a la izquierda observamos un cuadro con marco de estilo japonés en el que se ve un jarrón.
Hace un tiempo se descubrió que el jarrón no estaba en el proyecto inicial del autor. Lo que había en el marco japonés era un autorretrato del propio Seurat. ¿Qué ocurrió para que cambiase de idea? Al parecer, el pintor enseñó su obra a un amigo y éste encontró que el autorretrato rozaba la ridiculez y así se lo dijo. Seurat avergonzado pintó encima el jarrón que vemos hoy en día.
3. Retrato de Isabella de Médici, hija de Cosme I
Este retrato de Isabella de Médici, de autor desconocido aunque atribuido a Alessandro Allori, estuvo guardado durante años. Una conservadora del Museo Carnegie de Pittsburgh lo sacó de los fondos del museo para una exhibición temporal, pero había algo en la obra que no encajaba. Se suponía que la mujer pintada era Leonor Álvarez de Toledo, esposa de Cosme I. El traje era perfecto, pero en la cara y la mano de la modelo algo no estaba bien. En el reverso del cuadro aparecía estampado el cuño de un hombre llamado Francisco Needham, empleado por la National Portrait Gallery de Londres en el siglo XIX, para que pasara los cuadros de tablas de madera a lienzos. Sin embargo, este cuadro no presentaba en la cara de la retratada las grietas que suelen aparecer tras un traslado de este tipo. Intrigada sometió la pintura a rayos X y descubrió la verdad: la cara y la mano habían sido retocadas.
Cuando se hizo el traslado se modificaron los rasgos de la mujer para hacerlos más acordes al gusto victoriano y poder vender la obra. La confirmación vino de la mano de un libro antiguo de historia florentina en el que se reproducía el retrato. Así se averiguó que no era Leonor Álvarez de Toledo, sino su hija Isabella de Medici. Se quitaron las capas de pintura superpuestas y quedó la pintura como fuera originalmente. ¡Como veis toda una labor detectivesca!
Si te ha gustado este post sobre obras de arte que ocultaban un secreto, quizá te interese leer otro artículo sobre este tema: Más secretos ocultos en cuadros famosos.