Las iglesias del mundo están pobladas de imágenes religiosas. Pinturas, esculturas, frescos, grabados, esmaltes… algunas son muy antiguas y suelen necesitar restauración. En algunos casos salta la sorpresa cuando están reparando la obra. Puede aparecer una pintura anterior debajo de la que se está arreglando o, como en el caso que nos ocupa, una parte real del cuerpo humano. Descubre el misterio del Cristo con dientes humanos.

El misterio del Cristo con dientes humanos

El misterio saltó a los medios de comunicación en 2014. Se estaba procediendo a la restauración de una estatua del Cristo de la Paciencia de la iglesia de San Bartolo Cuautlalpan de Zumpango, Estado de México. Es una talla policromada del siglo XVIII, de la época virreinal, que representa a Cristo antes de la crucifixión que mide 1’15 m. de altura.

El misterio del Cristo con dientes humanos

Los miembros del INAH (Instituto Nacional de Arqueología e Historia) procedieron a realizar una serie de radiografías antes de empezar con la rehabilitación. Fanny Unikel, responsable de restauración del Taller de Restauración de Escultura Policromada de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) informó de su sorpresa al comprobar que, aunque a simple vista a penas eran visibles, la estatua tenía 8 dientes y que estos eran humanos. No se trataba sólo de las piezas, sino que estas habían sido insertadas con sus raíces. Que las esculturas religiosas tuvieran dientes reales no era extraño en la época en que se talló, pero siempre se trataba de piezas animales y no humanas. Algunas figuras de niño Jesús lucen pequeños dientes de conejo o existen diablos a los que se ha instalado la dentadura de un perro para hacerlos más terroríficos. Pero éste es el único caso conocido de talla con dentición humana.

El misterio del Cristo con dientes humanos

Quién donó los dientes sigue siendo un misterio. Puede tratarse de una sola persona que donara su dentadura al fallecer, como hicieron con su corazón el obispo de Guadalajara, Manuel Fernández de Santa Cruz o el virrey Baltasar de Zúñiga, que los dejaron para que se guardase como reliquia a dos conventos de monjas, o de varias personas difuntas o no. También existe la posibilidad que el desconocido artista sustrajese los dientes de un cadáver sin el consentimiento en vida del sujeto.

Curiosamente los dientes, que están completamente sanos, prácticamente no se ven, por lo que era innecesario incluirlos en la escultura. Todo hace pensar que se trata de una promesa o exvoto, a los que tan aficionados eran los católicos de otras épocas. Los dientes no pueden ser retirados de la talla para hacer un estudio más profundo y averiguar a quien pudieron pertenecer, pero sí se considera interesante continuar los estudios para tratar de averiguar por lo menos el sexo y la edad del donante o donantes.

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