En lo alto de una colina próxima a la ciudad de Darmstad se encuentra el castillo de Frankenstein. Se cree que pudo ser la fuente de inspiración para que Mary Shelley escribiera en 1818 su novela «Frankenstein». El castillo está rodeado de misterios y uno de ellos implica a un alquimista que lo habitó durante muchos años.
El verdadero Castillo de Frankenstein y el alquimista que lo habitó
Frankenstein significa «piedra de los Francos» y el primer castillo de Frankenstein, en la cordillera de Odenwalt, se construyó antes de 1252, época de la que existen documentos en los que se lo identifica con ese nombre. Destruido, vuelto a construir, ampliado y restaurado en varias ocasiones, actualmente está prácticamente en ruinas.
La historia del alquimista Johann Conrad Dippel es asombrosamente parecida a la del Dr. Frankenstein que Mary Shelley plasmó en su novela, por lo que se cree que la autora pudo tener conocimiento de ella a través de su madrastra. Es posible incluso que en un viaje que realizó en 1814 estuviera en las proximidades del castillo.
Johann Conrad Dippel nació en 1673 en el castillo de Frankenstein y fue conocido en su época como un reputado alquimista. Al parecer practicó también la anatomía, posiblemente con cadáveres exhumados. La leyenda popular afirma que desenterraba cadáveres para realizar experimentos médicos con ellos.
Un clérigo local aseguró, para advertir a la población sobre el peligro de tales investigaciones, que había creado un monstruo al que dio vida con un rayo. Se creía que tenía la clave para producir una sustancia conocida como «principio vital» a partir de la cual podía crear vida de la materia inanimada. También se rumoreó que en una de sus investigaciones intentaba transferir el alma de un cadáver a otro.
Aunque seguramente todas estas historias no eran más que falsos rumores, en uno de sus experimentos voló la cubierta de la torre del castillo, y los habitantes de la ciudad lograron que fuera expulsado. Viajó por toda Europa y vivió en muchas cortes europeas que lo recibían con los brazos abiertos, pues pensaban que poseía el secreto de transformar los metales en oro. Murió en 1734 antes de conseguir comprar el castillo de Frankenstein para poder continuar sus experimentos, como era su deseo.
Dippel fue realmente un gran alquimista y creó un aceite de origen animal conocido como «aceite de Dippel» que servía entre otras cosas como antiséptico. También fue el creador, junto con el fabricante Heinrich Diesbach, de un tinte conocido como «azul de Prusia» a partir del aceite de Dippel.
En cuanto al castillo, la leyenda del alquimista no es la única que lo convierte en un atractivo turístico de la zona. En sus alrededores se da un extraño fenómeno magnético que atrae a muchos visitantes: las brújulas no funcionan. Esto es debido a las formaciones de rocas magnéticas naturales. Los aficionados a la brujería se acercan en el solsticio de verano o la noche de Walpurgis para realizar rituales en sus bosques.
Si te ha interesado este artículo, quizá quieras conocer: La verdadera historia del Conde Drácula.
Imágen: Mühltal (Hessen)