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Durante una guerra las víctimas son inevitables, comprendiendo civiles inocentes, niños y mujeres que por desgracia se encuentran en el lugar y el momento equivocados pero, lamentablemente, no son las únicas víctimas que algunos conflictos han producido y que deliberadamente los gobiernos han callado y ocultado durante años, como es el caso de los prisioneros utilizados en los Experimentos de la Unidad 731.
Los experimentos de la Unidad 731. Aterradores…
La Unidad 731 fue un destacamento del ejército japonés dedicado a la investigación y desarrollo de armas biológicas. Con este objetivo, diez mil personas de origen chino, coreano, mongol, ruso e incluso algunos estadounidenses y europeos fueron despiadadamente sometidos a sádicos experimentos donde perdieron la vida, más otros 200.000 civiles chinos.
Todo esto tuvo lugar entre 1937 y 1945, cuando se libraba la Segunda Guerra Sino-Japonesa, en Pingfang un distrito del noroeste de la ciudad china de Harbin.
Para comprobar los efectos de estos “experimentos” el escuadrón 731 cometió verdaderas atrocidades como la disección en vida y sin anestesia de los prisioneros para comprobar los efectos que causaba en los órganos la enfermedad con la que previamente habían sido contagiados.
Y no creas que en estas vivisecciones se limitaban únicamente a abrir observar y cerrar, pues también le quitaban órganos como el estómago y les unían el esófago a los intestinos directamente para ver si sobrevivían. Todo esto en plena conciencia del sujeto.
La amputación de las extremidades también fue practicada por la Unidad 731 para examinar los efectos de la pérdida de sangre, o por lo menos eso consta en los informes desclasificados, lo que no tiene explicación es por qué los miembros amputados eran luego colocados en otras partes del cuerpo, como si de un macabro juego se tratase.
Como el objetivo principal era encontrar un arma biológica, ya que un estudio había revelado que el mayor número de bajas en un combate no lo provocaban las armas de fuego, sino las enfermedades, crearon unas inyecciones bacteriológicas con las que se contagiaba al sujeto de enfermedades como el cólera, la peste bubónica, el ántrax, la fiebre tifoidea y la tuberculosis. Después de haberlos infectado de todas y cada una de estas enfermedades, estudiaban la reacción y evolución, para ver si se desarrollaba una enfermedad nueva mucho más letal que todas las anteriores.
Una vez hallada la enfermedad más letal de todas, debían encontrar el modo de difundirla con más efectividad en un frente. Para ello infectaron pulgas de peste y las metieron dentro de una bomba de porcelana con las que bombardearon a víctimas que previamente habían atado a palos. Los cuerpos fueron posteriormente retirados para su estudio, utilizando trajes especiales para evitar el contagio.
Como, lamentablemente, los sádicos se han encontrado en todos los bandos y ejércitos de la historia, quizá quieras conocer otros casos parecidos al de los experimentos de la Unidad 731:
– Experimentación nazi en seres humanos. ¡Horripilante!