A pesar del estereotipo que existe sobre las mujeres que aman ir de compras, en realidad esto puede llegar a ser una total pesadilla gracias a las incongruentes tallas de la ropa femenina. Mientras en una tienda puedes entrar perfectamente en una talla mediana, en la otra no te queda sino la grande o viceversa. Esta problemática situación tiene una razón histórica de ser y es bastante sorprendente. Entérate de por qué ha llegado a ser tan ilógico el sistema de tallas de ropa femenina.
La historia detrás de la falta de sentido en las tallas de ropa femenina
Probablemente has escuchado alguna vez que Marilyn Monroe era una talla 12, en parte como argumento para respaldar la noción de que en su época el estándar de belleza concebía a una mujer más voluptuosa y curvilínea de lo que estamos acostumbrados a ver hoy en día en las revistas y si bien eso es cierto, para ese entonces una mujer talla 12 era considerada una modelo y en realidad era delgada, puesto que una talla 12 durante esos tiempos equivale a una talla 6 ahora, dentro del sistema americano.
Pero ese número no es una regla exacta. En algunas marcas populares alrededor del mundo Marilyn sería una talla 8, para otras una talla 6 y en otras hasta una talla 4. Entonces, ¿cómo es que llegamos a tener una numeración tan diferente e inesperada para las tallas de la ropa femenina?
Existen muchas variables que entran en juego dentro de este rompecabezas. En primer lugar, no fue sino hasta las guerras napoleónicas y más tarde la guerra civil de Estados Unidos que empezó a existir una demanda de producción masiva de ropa, puesto que anteriormente la ropa era hecha a la medida. Sin embargo, estos conflictos crearon la necesidad de confeccionar uniformes militares en grandes cantidades.
Después de esto, las tallas de los hombres se basaban en las medidas del pecho y el resto se confeccionaba asumiendo que sus cuerpos eran proporcionados y la ropa prêt-à-porter (lista para usar) comenzó a ser muy popular.
En 1939, el gobierno estadounidense brindó fondos para recolectar el peso y 58 medidas de 50 mil mujeres para así crear un sistema de tallas general. El problema fue que solo midieron a mujeres blancas y aunque sí tomaron las medidas de algunas mujeres afroamericanas, no las incluyeron en el estudio. Además, se trataba de mujeres de muy pocos recursos que participaron en el estudio motivadas por el pago que recibirían, según la profesora de Moda y Tecnología Textil de la Universidad de Nueva York, Lyn Boorady
Esto significó que las mujeres que fueron tomadas en cuenta para el estudio estaban inusualmente delgadas y malnutridas.
Con este sistema de tallas de ropa femenina, buscaban recrear la forma en la que el esquema de tallas masculinas funcionó prediciendo sus medidas a partir del promedio de la talla del pecho. Lo que no tomaron en cuenta fue que los cuerpos femeninos son muy diferentes, diversos, y mucho más difíciles de encajar en solo un número.
El sistema fue finalmente creado en 1958 con tallas desde 8 al 42, que fueron tan solo números arbitrarios y el resultado fue muy impopular. Para 1970, las compañías empezaron a añadir números inferiores como la talla 0 y 00, así que la medida de cintura que era entonces un 12 pasó a ser 8.
A esto se le llama «medidas de vanidad», que es cuando la talla de una prenda es más baja artificialmente para apelar a la vanidad de la persona para que la compre. De manera que las medidas de la ropa se convirtieron en una herramienta de mercadeo. Así, se inició una espiral de tallas poco exactas, usadas en parte como una forma más de atraer al cliente.
¿Qué te parece? ¿Imaginabas que en el origen de las tallas de ropa femenina había tal inexactitud?