Algunas veces los avances científicos siguen extraños caminos para llegar hasta la población y conseguir salvar vidas. El caso que os relatamos a continuación es uno de estos. Al Dr. Martin A. Couney le costó muchísimo que la clase médica incluyera la incubadora para neonatos de bajo peso o nacidos antes de tiempo entre las instalaciones de sus hospitales. Para llegar hasta el gran público y que éste supiera de las bondades del invento, no se le ocurrió otra cosa que montar una atracción de feria con bebés prematuros que salvó a miles de niños.
La atracción de feria con bebés prematuros
A finales del siglo XIX y principios del XX abundaron en EE.UU. y Europa los circos y las ferias de «freeks». En ellas podías encontrar un sinfín de personajes curiosos como hermanos siameses, tragadores de sables, gigantes o hermanas con cabelleras de cuento y a partir de 1903 y durante 40 años, en el Luna Park de Coney Island podías visitar previo pago de 25 centavos una instalación semipermanente en la que se exhibían bebés prematuros en sus incubadoras. El creador de la atracción fue el Dr. Martin A. Couney.
El Dr. Couney nació en Alemania entre 1860 y 1870 y a finales de la década de los 90 ayudó al desarrollo de la incubadora y otros métodos para asegurar la supervivencia de los bebés nacidos prematuramente. Hasta prácticamente 1950, en los hospitales no existía ningún tipo de asistencia especial para esos niños. Couney Llevó la incubadora a las ferias internacionales de muchos países y finalmente, en el año 1903 abrió una atracción en Coney Island, en Nueva York. Su intención era dar a conocer al mayor número posible de personas las bondades de sus métodos para tratar neonatos. El cobro de la entrada le permitía mantener gratuitamente a los bebés en sus instalaciones. Éstas eran en todos los sentidos un modelo de seriedad, limpieza y eficiencia. Los espectadores se mantenían detrás de unos cristales o barreras observando a los diminutos infantes en sus incubadoras. El ambiente era tranquilo y las enfermeras que cuidaban a los niños eran profesionales altamente cualificadas y entre ellas trabajaba la propia hija de Couney que curiosamente había sido una niña prematura y había pasado un tiempo dentro de una de las incubadoras.
Couney no rechazaba a nadie que precisase su ayuda. En un momento de fuertes prejuicios sociales y raciales, no le importaba ni el nivel económico ni el color del bebé de la desesperada familia que llamaba a su puerta. Los nombres de los bebés se mantenían en el anonimato.
A pesar de todos los intentos, los profesionales de la medicina seguían sin estar interesados en los métodos del doctor Couney para salvar a esos bebés con pocas probabilidades de sobrevivir sin ayuda. Pasados unos años, la opinión empezó a cambiar y muchos médicos empezaron a abrazar los métodos de Couney y a enviarle casos para que los tratara. Inauguró otras atracciones similares en otros parques, hasta que en 1943, 40 años después de poner en funcionamiento la atracción de Coney Island, se abrió en la Universidad de Cornell, en Nueva York, el primer centro de investigación para bebés prematuros con un tratamiento muy similar al que él llevaba a cabo. Otros hospitales de todo el mundo siguieron el ejemplo. Ese mismo año declaró que su trabajo había concluido y cerró las exposiciones para siempre.
Los informes que se recopilaron durante esos 40 años arrojan un exitoso saldo: un 80% de los bebés tratados se salvaron. En total 6.500 niños que sin la «atracción de feria» no hubieran sobrevivido. Si quieres conocer a otros médicos e investigadores excepcionales, te invitamos a leer:
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