La Segunda Guerra Mundial ha sido durante décadas la fuente de emotivas historias que ocurrieron en terribles circunstancias. En Supercurioso nos hemos hecho eco de algunas de ellas como la del piloto que volaba sin piernas en la Segunda Guerra Mundial o la de la mujer que estuvo 60 años buscando a su marido desaparecido en la guerra. En esta ocasión queremos acercarnos a otra de ellas: la emocionante historia del vestido de novia hecho con tela de paracaídas.
El vestido de novia hecho con tela de paracaídas
En el museo Smithsonian se conserva una pieza muy especial: un vestido de novia que se hizo con la tela de nylon de un paracaídas, pero no de uno cualquiera, sino del que salvó la vida del futuro esposo.
Para conocer la historia debemos remontarnos a la Segunda Guerra Mundial, concretamente al mes de agosto del año 1944. Claude Hensinger, mayor de las Fuerzas aéreas Norteamericanas, volaba en un B-29 junto con su tripulación de regreso a su base, tras un bombardeo en Yowata, Japón, cuando el avión se incendió.
La tripulación saltó en paracaídas y el mayor Hensinger quedó levemente herido ya que su aterrizaje se produjo en una zona rocosa. El paracaídas ayudó por segunda vez al soldado sirviéndole de refugio ante el frío de la noche. Al poco tiempo fueron rescatados por unos ciudadanos chinos. Claude conservó el paracaídas que le había salvado la vida.
De regreso a su país, una vez finalizada la contienda, le propuso matrimonio a su novia, pero en lugar de un anillo le entregó un trozo de tela doblado, acompañando la proposición de una sugerencia: ¿Querría hacer su vestido de novia con la tela del paracaídas que le había salvado? Para él era muy importante, pues ese simple trozo de tela es lo único que se interpuso entre su vida y la muerte.
La novia, Ruth, le dijo que sí a las dos propuestas, pues el valor de ese material era superior al de sedas y encajes. Empezó a idear cómo podría confeccionar un vestido con esa tela de nylon. La chica se fijó en uno de los trajes de la película «Lo que el viento se llevó» y siguiendo el diseño de ese vestido cosió el suyo. La ayudó una modista llamada Hilda Buck que hizo velo y corpiño, pero ella misma cosió la falda acortando las cuerdas del paracaídas por delante y dejándolas sueltas por detrás para que el traje tuviera una especie de cola. El resultado como podéis ver en las fotografías es espectacular.
Antes de ser donado por la familia al Museo Nacional de Historia Americana del Smithsonian, lo llevaron también la hija del matrimonio y su nuera en sus bodas. ¿Qué te ha parecido la historia del vestido de novia hecho con tela de paracaídas? ¿Hubieras hecho lo mismo que Ruth?
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