Piensa en el nombre de un dinosaurio. ¿Cuál es el primero que te ha venido a la cabeza? ¿Un Tiranosurius Rex? ¿Un Brontosaurio? ¿O tal vez un Velocirraptor? El mundo del cine ha hecho que muchos de estos términos nos sean muy familiares y que, en cierto modo, tengamos más conocimiento de todos esos gigantes prehistóricos terrestres que de los grandes desconocidos de las profundidades oceánicas.
Te aseguramos que las criaturas del mar eran auténticos monstruos, fascinantes criaturas que bien merecen otra producción de Steven Spielberg para darnos un ejemplo de esas maravillas de nuestro pasado, cuyas dimensiones te dejarían boquiabierto. Hoy, en Supercurioso, volvemos una vez más al mundo marino. Pero esta vez usaremos la máquina del tiempo para ir muy, pero que muy atrás en nuestro pasado. Sumerjámonos en lo más profundo del océano en la Prehistoria. ¿Nos acompañas? Todo es extraordinariamente grande y peligroso, quedas advertido.
Las terroríficas profundidades del pasado: Los mayores gigantes prehistóricos del océano en la Prehistoria
El Megalodón
Empecemos por la increíble criatura que ves en la imagen. El Megalodón (Carcharodon megalodon). Es el gran tiburón prehistórico, un ser tan increíble que muchos de nosotros nos pensaríamos dos veces introducirnos en el mar si a día de hoy siguiera con vida. ¿Medidas? 18 metros. Su nombre ya deriva del griego y significa «diente grande». Se trata de uno de los más feroces depredadores del océano que habitó este medio desde finales del Oligoceno hasta el Pleistoceno.
Un dato curioso sobre el Megalodón es que es habitual encontrar sus dientes en las rocas de muchas playas. Unos increíbles restos que los hombres del Renacimiento relacionaban con la existencia de dragones y serpientes gigantes.
Afortunadamente -y de momento- no tenemos constancia de la existencia de dichos seres dignos de cualquier fábula, pero solo con pensar en la existencia de los Megalodones ya sufrimos un escalofrío. Y ojo, biólogos marinos como Patrick J. Schembri o Staphon Papson nos dicen que algunos megalodones pudieron alcanzar 25 metros de longitud. Fascinante.
El kronosaurio
Otro monstruo marino o pliosaurio digno de conocer es un fabuloso titán, no muy diferente de esos monstruos marinos que aparecen en nuestras fábulas antiguas: El Kronosaurio. De hecho, en la mitología griega era habitual verlos aparecer como esos hijos extraños del dios Neptuno que reinaban en los océanos.
Podemos ver su esqueleto en la imagen inferior. Y como podrás observar, es fácil hacernos una idea de sus dimensiones, del impacto brutal de su mandíbula, de su gran cabeza… Este ser vivió hace 125 millones y medía unos 9 metros. Se dice que era la criatura más aterradora de los mares meridionales y no nos cuesta imaginarlo, viendo su envergadura y su boca alargada, perfecta para alcanzar a sus víctimas.
Los Kronosaurios fueron además los más grandes reptiles marinos del Cretácico, cuyos restos se han encontrado mayoritariamente en Australia. Aunque te gustará saber que el más completo e impactante se halló en 1977 en la localidad de Villa de Leyva (Colombia).
El Liopleurodon ferox
Mira ahora al ser que tienes en la imagen inferior. Es un Liopleurodon ferox, otro depredador marino de la familia de los pliosaurios que habitó el océano en la Prehistoria, hace 160 millones de años. Y pensar que nos bañamos en los mismos lugares por lo que esta criatura solía cazar…
Tenía unas dimensiones asombrosas: unos 20 metros y unas 150 toneladas de peso. Su nombre significa «dientes de lados lisos», un depredador increíble del Jurásico Medio y Superior que habitó la mayoría de los mares de Europa. Toda una maravilla de nuestro pasado prehistórico.
El Basilosaurio
La fabulosa criatura que ves en la imagen a continuación es un Basilosaurio. Puede que te llame la atención su tamaño, pero lo más impactante era sin duda su increíble dentadura. 44 afilados dientes que configuran una de las dentaduras más poderosas de los seres marinos.
Eso sí, hemos de aclarar un aspecto, no es un pliosaurio, sino uno uno de los primeros cetáceos de nuestros océanos. Es decir, un antepasado de nuestras ballenas. ¿Medidas? Unos 18 metros. Otro depredador que se alimentaba de todo aquello que se cruzara en su camino: tiburones, tortugas…
Como ves, nuestros océanos siempre esconden misterios asombrosos y más en estos tiempos pretéritos, donde ni nuestra imaginación puede siquiera atisbar todas estas «terroríficas maravillas».
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