¿Es el estilo de vida tradicional de los Amish, austero y autosuficiente, el secreto para una vida más longeva? Aunque pudiera incidir, la ciencia responde que la respuesta podemos hallarla en la genética de los Amish. Pues, en un estudio reciente, un grupo de investigadores identificaron una mutación peculiar, presente casi exclusivamente en los miembros de esta comunidad cultural, que le permite vivir 10 años más que el resto de los humanos.
La genética de los Amish, el secreto de la eterna juventud
Sobre los Amish nos ha llamado la atención sus costumbres y manera de vivir, aislados de la tecnología y demás distracciones de la sociedad moderna. Llevan vestuarios al estilo del siglo XVIII, asimismo, prefieren trasladarse en coches tirados por caballos que en vehículos automotores de alta capacidad.
Ahora, es la genética de los Amish la que ocupa todo nuestro interés, porque a pesar de que prescindan de la medicina moderna para tratar problemas de salud, una fracción importante de esta comunidad etnorreligiosa supera la esperanza de vida del ser humano promedio.
El secreto de una vida más longeva en la comunidad Amish corresponde a la presencia de una copia no funcional de un gen denominado Serpina-1, responsable de la disminución de la producción de la proteína PAI-1, vinculada al desgaste físico relacionado con el envejecimiento. En el estudio llevado a cabo por los investigadores estadounidenses de la Universidad Northwestern, en Illinois, con enfoque en el pueblo Amish de Old Order, en la localidad de Berne, Indiana, además detectaron que los identificados con esta mutación eran menos propensos a sufrir de enfermedades cardíacas y diabetes.
Por otra parte, encontraron que poseían 10% más de telómeros, que son estructuras protectoras del ADN encontradas en los extremos de los cromosomas, y que se desenlazan cuando las células ya han cumplido con su vida útil. En parte, estar dotados de una mayor cantidad de telómeros favorece a que estos descendientes de inmigrantes germanos y suizos puedan vivir diez años más que la mayoría de nosotros, pues cuando envejecemos la cantidad de telómeros se reduce.
Inicialmente, los investigadores observaron cómo los ancianos de los asentamientos Amish eran capaces de superar los 85 años y dedicarse a actividades agrícolas con una vitalidad inusual para su edad. Sin dolores ni quebrantos, así se les veía. Más tarde descubrirían que detrás de todo ello había una mutación genética presente en 43 personas, de las 177 que participaron para el estudio publicado en Science Advances. Lo curioso más curioso es que solo una de cada 70 mil personas que no son Amish cuentan con el gen de la “eterna juventud”, Serpina-1.
Sin embargo, resulta esperanzador para quienes no pertenecemos a esta comunidad que a partir de estos estudios los científicos ya han comenzado a desarrollar un fármaco inhibidor de la proteína PAI-1. Funcionaría de manera similar a la mutación que vuelve a la genética de los Amish algo envidiable. El plan todavía se encuentra en fase 2, pero si las pruebas resultan satisfactorias, dentro de poco podremos gozar de los beneficios de la Serpina-1 contra el deterioro ocasionado por el envejecimiento.
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