Inmortalidad. ¿Quién no ha soñado con ella en alguna ocasión? Pocos aspectos han sido más ansiados y perseguidos, pocas cosas han servido como justificación para cometer, en ocasiones, verdaderos actos de crueldad contra nuestros semejantes o incluso contra uno mismo, como fue el caso de Diana de Poitiers, de quien ya te hablamos en Supercurioso.
La inmortalidad, tal y como nos suele enseñar el mundo de la literatura o incluso del vampirismo, lejos de ser una bendición, deriva la mayoría de las veces en una auténtica maldición. En el caso que hoy queremos presentarte, el de Aleksandr Bogdánov, ocurrió prácticamente lo mismo. La sangre es casi siempre ese «leivmotiv» con el que intentar alcanzar la vida eterna, aunque en ocasiones, el desenlace es una auténtica tragedia.
Acompáñanos en este caso tan particular.
Aleksandr Bogdánov, el erudito vampiro
Aleksandr Bogdánov era la descripción más auténtica de la palabra «erudito». Necesitamos un larguísimo listado para describirte todas las áreas de conocimiento que abarcaba este ruso nacido en 1873, e íntimo amigo de Vladimir Lenin. Era médico, político, economista, ideólogo marxista, escritor de novelas de ciencia-ficción, pionero de la cibernética y, ante todo, un científico que buscó la inmortalidad y la juventud eterna a través de la sangre, de las transfusiones.
Como curiosidad te diremos que en su libro «Red Star», soñaba con un mundo ideal, ahí donde las máquinas o hombres robot, realizaran las labores manuales de la sociedad, mientras que el pueblo, podía dedicarse exclusivamente a prioridades más filosóficas. Escribió además interesantes ensayos donde acuñó el término «tectología», es decir, la aspiración de crear un mundo donde la naturaleza, la ciencia y las matemáticas pudieran ir de la mano. Fue pionero en el campo de la cibernética moderna, pero solo a nivel teórico, porque en la práctica solo se dedicó a un aspecto: experimentar con la sangre para encontrar la vida eterna.
¿Y la encontró? Desde luego que no, puesto que lo que halló en realidad fue una muere temprana. Gracias a sus cargos dentro de la cúpula marxista y de su amistad con Lenin, pudo iniciar sus experimentaciones sin limitación alguna. Buscaba poder rejuvenecerse a través de la sangre de otros jóvenes, y para ello, cada cierto tiempo se le enviaban muchachos a su laboratorio, la mayoría en contra de su voluntad.
No tenemos datos de que ninguno de ellos llegara a fallecer, pero sí sabemos que quedaban muy debilitados, que enfermaban y que al poco, eran reemplazados por «sujetos experimentales nuevos». Actualmente suelen definir el trabajo de Bogdánov como una especie de «utopía vampírica marxista», en la cual también participó la propia hermana de Lenin, María Ulíanova.
Se dice que después de recibir unas cuántas transfusiones, la vista de María mejoró e incluso aparentaba tener 10 años menos. Y en cuanto a Aleksandr Bogdánov, empezó a obsesionarse aún más en recibir sangre de muchachos jóvenes, en el momento en que tuvo la sensación de que su calvicie, estaba desapareciendo. Su castigo no tardó en llegar. En una de esas transfusiones recibió la sangre de un muchacho que estaba enfermo de malaria y tuberculosis.
Falleció a las pocas semanas. Mientras que el joven con el que había experimentado, se recuperó por completo. Realmente increíble.
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