Cuando hablamos de filosofía Griega, usualmente mencionamos a los más conocidos: Sócrates, Platón y Aristóteles. Ahí planteamos el origen de todo, quizá por una cuestión de acomodo, después de todo ellos fueron los más representativos. Casi siempre se nos olvida pensar que antes de ellos hubo otros, como Tales de Mileto, Demócrito o Anaximandro, quienes fueron filósofos antes de inventarse la misma filosofía, los primeros de todos, y, entre ellos, Anaxágoras de Clazomenae, el filósofo conocido por ser desterrado por pensar que la luna no era un dios, sino una roca: quizá el primer mártir del pensamiento.

Es difícil pararse en el contexto de aquella época: los hombres, los primeros hombres, empezaban a conocer el mundo. Y no es que no haya habido hombres antes que ellos, pues bastante que los hubo, pero estas eran las primeras sociedades, las primeras culturas, y como tal erigían mitos en torno a la existencia, dioses para explicar lo que todavía no comprendían. Y dentro de estas culturas, la helénica, la apoteósica cultura griega, con sus dimes y diretes, con sus cuestionamientos a la vida misma, en constante cambio. Es en ese contexto en el que a Anaxágoras se le ocurrió pensar, craso error, pero valiente hazaña, que la luna no era un dios, cuando todos sus pares estaban convencidos de lo contrario.

Anaxágoras, desterrado por afirmar que la Luna era una roca (y no un dios)

Quizá lo que en verdad condenó a Anaxágoras, después de todo, no fueron sus ideas, sino su amistad con el gobernante de Atenas, Pericles. En aquellas épocas, bastante similares a las actuales en algunas cosas, quienes detentaban el poder tenían amigos y enemigos, y muchas veces estos enemigos, al no poder atacar al poderoso, iban tras los amigos del poderoso, y esto fue lo que llevó a Anaxágoras a prisión, de la que fue sacado por Pericles, quien, no obstante, tuvo que verlo partir al exilio, por una ley que dejaba terminantemente prohibido enseñar cualquier teoría sobre los astros que difiriera en cualquier medida con la religión ateniense.

1. Quién fue Anaxágoras, breve biografía

Anaxágoras fue un filósofo y científico presocrático, que es como se le denomina a aquellos filósofos previos a Sócrates. Anaxágoras nació cerca del 499 antes de Cristo, aunque en verdad la fecha no está demasiado clara dentro de la comunidad científica, y vio la vida en Clazomenae, lo que sería actualmente Turquía. En algún punto de su vida, se dirigió a Atenas, donde se propuso desarrollar el conocimiento, cosa en la que le fue bastante bien pero que lo termino llevando al destierro forzado. Es, entre los presocráticos, uno de los filósofoso más reconocidos, en principio por sus curiosidades sobre la luna, pero sobre todo por sus ideas materialistas sobre el universo se acercaron bastante a la concepción actual y científica del mundo, aunque una brecha de dos mil quinientos años de avances nos separen. No obstante, esto no le evitó el naufragio: unos 30 años después de haber llegado a Atenas, fue desterrado sin honor ni gloria, algunos dicen que por sus ideas, mientras otros afirman que todo fue por una reyerta contra Perícles, el entonces gobernante de aquel territorio. De su vida, no obstante, no se sabe mucho más, y lo que fue de él en el destierro son, en la actualidad, solo pasos perdidos.

2. Pensamiento de Anaxágoras

Anaxágoras fue, sin duda, uno de los primeros materialistas, y, a la vez, uno de los primeros teólogos. ¿Es esto una contradicción? Pues no en su pensamiento. Cuenta la historia que Anaxágoras llegó a ver un asteroide que descendía, y al ver la enorme roca se puso a pensar, cuestión que lo llevó a la idea de que la misma luna era una roca. De ahí devino una serie de ideas, como que todo era parte de una sola cosa, y que el universo había nacido de una gran explosión (ahí la semejanza con las teorías actuales) provocadas por el Nous, una especie de entelequia que estaba por encima de todo, y que era responsable de la vida misma (de ahí lo teólogo). 

3. Anaxágoras y la luna

Era común, en la antiguedad, teorizar sobre la naturaleza y los fenómenos del mundo y del cielo, porque todas estas cosas eran una incertidumbre para el hombre, y, en la maduración del pensamiento griego, estas cosas merecían ser debatidas, analizadas, cuestionadas. Sin embargo, ya fuera por una razón política o por simple tozudez ideológica, estas ideas lo llevaron al destierro.

Tras sus ideas, la luna seguiría siendo un dios durante más de 10 siglos, hasta que la cristiandad tachara tales ideas de herejía: es decir, dejó de verse como un dios solo porque otro dios lo decía. Anaxágoras fue el primer hombre en acertar, aunque fuera medianamente, frente a la concepción de la luna, y sin embargo sus ideas no le merecieron ninguna honra, es más, la raza entera se privó de tal conocimiento, hasta unos cuantos siglos después: sus ideas, como su vida, padecieron en silencio, prefirió la defensa de la verdad (su verdad, cualquier acercamiento a la verdad), a su libertad, lo que lo hizo el primer mártir del conocimiento.