Puede que el término «Wabi-Sabi» te suene más bien a esa salsa picante y deliciosa con la que acompañamos el sushi. No, no nos estamos refiriendo al wasabi, en realidad, este término ahonda en un interesante término japonés cargado de filosofía del que deseamos hablarte en esta ocasión.

Si eres de esas personas que admira la belleza de las cosas efímeras, además de imperfectas, ahí donde la naturaleza y el propio ser humano destila un aire de tristeza, o una agridulce sensación de evanescencia, entonces lo tienes, entonces tienen ese don que la cultura nipona relaciona con el wabi-sabi.

Te lo explicamos con más profundidad.

Y tú… ¿Está en tu carácter ser un «Wabi-Sabi»?

Para hablar del Wabi-Sabi hemos de sumergirnos en la cultura Zen, y en la dificultad existente a la hora de expresar en palabras lo que solo se define solo mediante sensaciones, mediante ese tipo de emocionalidad interna que no cabe en el lenguaje oral.

Ahora bien, para comprenderlo mejor empecemos por desmenuzar la propia palabra:

  • Wabi, es el valor de apreciar la naturaleza y la soledad, de alejarse del ruido, de lo ordinario para volver a las esencias de uno mismo.
  • Sabi se podría traducir como algo que se acaba, marchito e imperfecto.

naturaleza pinoSi juntamos ambos términos obtenemos una idea muy interesante: es la admiración por la belleza de lo imperfecto, de esa naturaleza efímera, de ese rostro con algo particular que aunque extraño, nos llama la atención. Cabe decir, eso si, que para algunos críticos japoneses el Wabi-Sabi debería mantener una esencia puramente misteriosa, como esa sensación que a uno le embarga cuando mira un tronco donde crece una pequeña flor, o una piedra reluciente y oscura en el fondo de un riachuelo cristalino, o por qué no, ver un rostro femenino lleno de pecas, o uno masculino de lineas muy duras pero con unos cálidos ojos claros.

mujer con pecas

Si te llama la atención estas ideas te recomendamos el libro de  Richard R. Powell » Wabi Sabi Simple: Create beauty. Value imperfection. Live deeply.» Asimismo, para comprobar si de verdad dispones de esa facultad, te invitamos a tener en cuenta estos rasgos básicos:

  • Estás centrado en el presente, en el aquí y ahora.
  • Valoras lo natural, la belleza de las pequeñas cosas pero dotadas a su vez de un matiz extraño e imperfecto.
  • Buscas siempre los alimentos orgánicos y de producción natural, sin pesticidas. Llevas unas rutinas muy serenas, sin prisas, te defiendes bien del estrés y la ansiedad porque te aferras siempre al presente, a lo que hay ante ti.

muro-con-flores

  • Te esfuerzas en ganarte la vida haciendo lo que te gusta, aspiras a tener una vida libre de ataduras, cercana a lo natural, a lo esencial. No te gustan los artificios ni las apariencias.
  • Te atraen siempre pequeños detalles de la realidad que otros no perciben: una grieta en la pared, un rayo de sol atravesando una hoja vieja y apunto de caer de un árbol, ese rostro que sonríe con tristeza, ese viento que ondea entre la hierba de un parque…

pies en un rio

Como ves, estamos ante un tipo de filosofía de la vida tan curiosa como atractiva que está creando grandes adeptos. ¿Te consideras uno de ellos? No olvides dejarnos tu opinión, hablándonos si lo deseas de tu propia filosofía de vida.

Y recuerda, si te ha gustado este artículo, no dudes tampoco en recordar cómo son las personas solitarias y qué tipo te puede definir a ti.