En el primer autorretrato que realizó Frida Kahlo con 19 años ya demostraba lo importante que era para ella transgredir la típica imagen de la mujer de la época, construyendo una imagen y un look que nadie jamás ha podido copiar, un estilo inmortal. Para la artista, su imagen era otra forma de expresión, y por ello las cejas de Frida Kahlo han quedado en la memoria colectiva como la viva representación de su voz, se sus palabras, de sus gritos en cada cuadro, en cada poema y en cada imagen. Todo ello nos demuestra que, a pesar de los cánones de belleza inherentes a cada tiempo, estos son absurdos, y tanto el bigote como la uniceja pueden ser increíblemente magnéticos.
En Supercurioso te hemos contado innumerables datos acerca de la artista mexicana. Hemos hablado, por ejemplo, de los padres de Frida Kahlo para hacernos una idea de su infancia y de cómo la relación con sus padres marcó su vida. También hemos explorado la vida amorosa de la artista en la entrada sobre los Amantes de Frida Kahlo. Pero hoy queremos centrarnos en su particular belleza. Incluso te hemos recomendado en alguna ocasión esta recopilación de Frases de Frida Kahlo para que puedas acercarte a sus pensamientos.
El London’s Victoria and Albert Museum acogió una exposición centrada en los productos de belleza favoritos de Frida Kahlo, entre los cuales destacaba el lápiz de cejas (para los más curiosos, la marca era Revlon). Lo usaba cuidadosamente para arreglar su uniceja, a la que consideraba una reliquia: un rasgo que ha despertado tantos halagos como duras críticas. Te contamos por qué es un fiel reflejo de su inolvidable personalidad, a continuación.
Las cejas de Frida Kahlo y la particular belleza de la mexicana
1. Los rituales de Belleza de Frida
En temas de belleza nada está dicho y nunca hubo un gusto completamente universal o generalizado. Al respecto, podemos decir que las cejas de Frida Kahlo lograron romper los límites entre lo que era considerado femenino y lo que era considerado masculino. Muchos de los que la conocieron hablaban de su belleza con adjetivos como «extraña» y «seductora».
Una cercana amiga de la artista a lo largo de toda su vida, Olga Campos, reveló cómo era Frida en el encuentro consigo misma frente al espejo, afirmando que «Tenía una habilidad especial para maquillarse y parecer natural, y empleaba mucho tiempo en conseguir este efecto. Siempre iba arreglada y bien vestida, incluso aunque no esperara visita. Sabía transformarse en una belleza excepcional, irresistible y única”.
Su rutina diaria implicaba también estirar bien el pelo hacia atrás, trenzarlo y recogerlo para rematarlo con coloridas cintas y ramilletes de flores (por la noche, retiraba uno a uno cada detalle y deshacía el peinado en exacto orden inverso). A continuación se pintaba los labios con cuidado y se aplicaba blush y esmalte de uñas en rojos y naranjas combinados o a veces un tono magenta a juego con el atuendo del día.
No sentía ningún pudor en mostrar su cuerpo desnudo, maltratado o lleno de ropa, de anillos, de collares, flores y estampados. Su vida y su aspecto era una manera de celebración, a veces triste, a veces llena de dicha y de vida. No le tenía miedo al color y sabía perfectamente hacer la combinación de accesorios, vestidos y rebozos. No le daba miedo llegar al maximalismo con sus accesorios pro el siempre hecho de que se poseía y sabía muy bien quien era como mujer y como artista.
2. El dolor convertido en belleza
Las cejas de Frida Kahlo habitaban un cuerpo que sufrió más de 30 operaciones, pero aun así Frida posaba como una reina en todas las fotos que se conocen de ella. En todos sus autorretratos muestra una dignidad y una majestuosidad bellísimas y a la vez dolorosas. Su sentido de la moda era tan especial y enigmático como ella, en cuyo interior luchaban sus raíces latinas y mexicanas y la revelación frente a su cuerpo lastimado de mujer.
Frida Cubría su pierna derecha deformada con largas faldas, y los blusones escondían los corsés que tuvo que usar durante casi toda su vida. Pero si existe algo característico en su indumentaria es el vestido de tehuana, el traje tradicional de las mujeres del Istmo de Tehuantepec. De cualquier manera, Edward Weston, quien la fotografió en 1930 durante una visita a San Francisco, contaba que la gente se paraba a mirarla obnubilada.
De algo sí podemos estar seguro; y es que Frida jamás se vistió para nadie más que para sí misma, un ejemplo que deberíamos seguir todas las mujeres. Con vestidos de tehuana, trenzas, bigote y uniceja, Frida convirtió su existencia en arte, no solo en sus cuadros, sino en ella misma. Y es que las cejas de Frida Kahlo son igual de hermosas que cualquier obra de su creación pictórica, así como un gesto repleto de autenticidad y rebeldía.
Esperamos que nuestro artículo sobre las cejas de Frida Kahlo te haya interesado y haya podido transmitirte su alma transgresora y combatiente. Si ha sido así, déjanos un comentario con todas tus impresiones e indícanos qué más te interesaría conocer acerca de la artista mexicana. Te esperamos. 🙂