Seguramente en tu infancia tuviste la oportunidad de jugar con barras de plastilina. Es increíble la cantidad de figuras que se pueden diseñar. ¿Sabías que en nuestro cuerpo existen células que pueden actuar como la plastilina? ¿Podrá ser posible regenerar un órgano dañado? Ven y descubre el fantástico mundo de las células madre.
La plasticidad de la Células Madre
Una célula clásica (‘somática’) se divide de manera simétrica en dos células hijas, iguales a la célula original. La capacidad de división que poseen estas células es limitada, ya que sólo pueden dividirse alrededor de 50 veces.
En cambio, las llamadas células madre no siguen esta regla, ya que su división es asimétrica e ilimitada, es decir, generan una célula madre y otra diferenciada con una función específica o programada, de manera que se mantiene constante el número de células madre que existen en un determinado órgano.
Tipos de células madre
Se conocen tres tipos de células madre:
- Multipotenciales, con capacidad de generar las células de un mismo tejido.
- Pluripotenciales, con capacidad de generar varios tipos de líneas celulares.
- Totipotenciales, con capacidad de generar todo un organismo nuevo, es decir, generan todos los tipos de líneas celulares.
Dicho de otra manera, el orden de capacidad para generar mayor cantidad de variedades celulares es el siguiente: Totipotencial > Pluripotencial > Multipotencial.
Las células madre son células inespecíficas, es decir, son como una memoria en blanco, ya que no están programadas para realizar una función específica en un determinado órgano. Cuando algún tejido es dañado, las células madre de dicho tejido empiezan a dividirse y se especializan y adquieren el programa específico de las células de ese tejido. Este proceso es conocido como: diferenciación. Simplificando, podríamos decir que las células madre se comportan como una barra de plastilina, ya que pueden diseñar muchas variedades de células, según el programa que adquieran. Esta capacidad se denomina Plasticidad.
De poder controlar el proceso de diferenciación y derivar de forma estable las células hacia la regeneración de tejidos u órganos específicos, estaríamos ante la cura de muchas enfermedades o trastornos. Sin embargo, el mayor problema actual al que se enfrenta el biotecnólogo, el ingeniero genético o celular, que pretenden utilizar células madre con fines terapéuticos, es que, en la mayoría de los casos (hay notables excepciones), estas células madre una vez extraídas de sus entorno natural tienen una gran tendencia a “diferenciarse” perdiendo, total o parcialmente, su “Toti- o pluripotencia”. Este problema parece estar relacionado con el bajo nivel de conocimiento de su regulación.
Los orígenes de las células madre
Existen dos orígenes principales de células madres: Las embrionarias, derivadas del embrión, y las adultas, encontradas en toda persona adulta. Las que más han llamado la atención de los científicos son las células madre embrionarias, pues poseen la capacidad de construir todos los órganos y tejidos en el cuerpo durante el desarrollo humano. Lo que esto significa es que las células madre embrionarias, a diferencia de las células madre adultas, pueden ser dirigidas potencialmente a la formación de cualquier otro tipo de los cientos que existen de células humanas, es decir, son Totipotenciales. Por ejemplo, mientras que la célula madre adulta sanguínea sólo puede formar sangre, una célula madre embrionaria puede formar sangre, hueso, piel, cerebro y así sucesivamente. Esto quiere decir que las células madre embrionarias tienen una mayor capacidad natural para reparar los órganos enfermos. Sin embargo, el uso de embriones conlleva a solucionar cuestiones éticas aún pendientes que frenan su aplicación.
Las “Nuevas” Células Madre
Recientemente, los científicos han descubierto un nuevo tipo de células madre llamadas células iPS (por sus siglas en inglés de Célula madre pluripotente inducida). Estas tienen casi las mismas propiedades que las células madre embrionarias, pero no provienen de un embrión. Por lo tanto, no habría consideraciones éticas con las que lidiar para el uso de estas células. Además, los problemas asociados al rechazo inmunológico podrían ser evitados, ya que las células iPS son producidas a partir de células somáticas del propio paciente.
Así, el transplante de células madre supera la capacidad natural del cuerpo para sanar, debido al número limitado de células madre propias. Algunos obstáculos quedan por resolver antes de que la terapia con células madre se vuelva más accesible, incluyendo efectos no deseados, como la formación de tumores que estas células potencialmente pueden generar y el, aún probable, rechazo inmunológico. A pesar de eso, las células madre pueden transformar la medicina y ser utilizadas para tratar las enfermedades más acuciantes que hoy en día enfrentamos, incluyendo cáncer, enfermedades cardíacas, la enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, derrame cerebral, la enfermedad de Huntington, lesiones de la médula espinal y muchas más.
Por el momento sólo el uso de células madre hematopoyéticas, obtenidas principalmente de la médula ósea, han sido correctamente demostradas como terapéuticamente beneficiosas para el paciente con enfermedades de la sangre. Las demás aplicaciones para la reconstitución de tejidos son aún una promesa de terapia que requiere completar los estudios de investigación en seres humanos.
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