Venecia es una ciudad que enamora a todo aquel que la visita, pero como todas las grandes urbes a pasado por períodos de oscuridad. Hace un tiempo, en una de las islas de la laguna de Venecia, la isla Lazareto, un arqueólogo encontró los restos de una mujer con un ladrillo encajado entre los dientes, eran los restos de una vampira. Descubre cómo mataban a los vampiros en esta isla italiana.
Cómo mataban a los vampiros en la isla Lazareto en Venecia
Parece que las historias de vampiros son un invento relativamente moderno, pero no es así. El cráneo encontrado en la isla Lazareto de Venecia lo demuestra. ¿Cómo saben los antropólogos que los venecianos que la enterraron creían que era una vampira? Por la gran piedra en su boca.
El cráneo fue encontrado por los arqueólogos cuando excavaban una fosa común de la época de la peste negra que asoló Venecia en el año 1576 y de la que, entre otros, murió el pintor Tiziano. La fosa se encuentra en la isla llamada Lazzaretto nuovo, a unos 3 km. de Venecia. A esta isla trasladaban a todos los que caían enfermos por la peste para aislarlos.
Matteo Borrini, el antropólogo y arqueólogo que encontró los restos, afirma que esto prueba que, en ese momento, se creía que los vampiros se alimentaban de la sangre de los muertos por la peste y que contribuían a propagar la epidemia. Esta idea, muy común entre los siglos XIV y XVIII, se fundamenta en el hecho de que muchos cadáveres eran amortajados y enterrados y luego los sepultureros volvían a abrir las fosas encontrando algunos cadáveres con signos que no comprendían. Debido a la enfermedad, sus bocas aparecían llenas de un líquido sanguinolento, sus cabellos parecían crecer y el sudario, a la altura de la cavidad bucal aparecía agujereado. Para ellos esto era indicio de que no estaban totalmente muertos y les llamaron «comedores de mortajas«. Todo lo que ellos encontraban anormal hoy sabemos que son reacciones naturales de un cadáver en proceso de descomposición y el agujero del sudario era producto de la podredumbre del tejido, producido por los gases que salían por la boca provocando humedad y proliferación de bacterias. Esto provocaba la rotura del tejido y que quedaran al descubierto los dientes de la víctima.
Los sepultureros que encontraban un cuerpo en esas condiciones actuaban inmediatamente. Hacían lo que mandaban los teólogos y médicos de la época: para evitar que siguieran chupando sangre y propagando la epidemia había que introducir en su boca algo que no fuera comestible. En el caso de nuestra vampira lo que le introdujeron en la boca fue un ladrillo. No es el único ejemplar que se ha hallado en esas condiciones, pero en este caso los antropólogos han podido reconstruir todo el ritual.
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