La cultura bizantina es una de las más importantes de la Edad Media ya que, aunque por lo general la mayoría de las personas asocia este período histórico con las invasiones bárbaras que pusieron fin al Imperio Romano en occidente, el Imperio Bizantino logró sobrevivir durante más de mil años después de la caída de Roma. Esto le permitió seguir prosperando y desarrollando su propia cultura y sus propias tradiciones, que, más tarde, llegarían a la Europa occidental a partir del siglo XV.
¿Qué sabes de la cultura bizantina? Seguidamente la abordaremos desde la perspectiva más sorprendente, la de sus cambios, costumbres curiosas, el origen de sus gobernantes, la lengua que hablaban… Todo aquello que te permitirá dibujar un poco mejor en tu mente cómo vivían quienes vivieron en esta época y sociedad.
La Cultura Bizantina | 10 Curiosidades que… ¿conocías?
1. Una nueva capital: Constantinopla, antes Bizancio
La cultura bizantina, así como el Imperio Bizantino, reciben su nombre del nombre original la capital del imperio: Constantinopla. Esta ciudad, que actualmente se corresponde con Estambul en Turquía, recibió su nombre del emperador romano Constantino, no obstante esta no era la denominación real de la antigua ciudad griega que reformó. Sí lo era Bizancio, nombre original de donde procede el nombre del Imperio Romano de Oriente o Imperio Bizantino.
Tras abandonar la ciudad de Roma, en clara decadencia, Constantino se trasladó a Bizancio, que si bien contaba con una ubicación estratégica privilegiada, poco tenía de grandeza imperial. No obstante, en sólo 6 años, el emperador convirtió la ciudad portuaria en un lugar capaz de compararse con la Roma esplendorosa de tiempo atrás. Edificios como foros, universidades y grandes murallas adornaban la nueva urbe que se ganó el título de capital mundial.
Si bien su nombre original, del año 303, fue «Nueva Roma», se popularizó el apodo «Constantinopla» en honor a Constantino y finalmente fue este el nombre que pasó a la historia.
2. Problemas de herencia: dos hijos y un imperio
La cultura bizantina tiene su origen en la ciudad de Bizancio. Sin embargo, el origen del Imperio Bizantino lo podemos encontrar en emperador romano Teodosio. Las crisis internas del Imperio Romano, así como la ineficacia de su ejército a la hora de frenar a los bárbaros en las fronteras del norte, habían creado gran inestabilidad en todo su territorio. A esto, había que sumar el hecho de que, debido a la dimensión que había alcanzado el Imperio Romano, su reinado fuera realmente complicado. A causa de la suma de todos estos factores, en el año 395 d.C., el emperador Teodosio optó por dividir el imperio en dos imperios diferentes. Por un lado, el Imperio Romano de Occidente, con capital en Mediolanum (actual Milán) y posteriormente Rávena, que le fue entregado a su hijo Honorio. Y el Imperio Romano de Oriente, o Imperio Bizantino, con capital en Constantinopla, que le fue entregado a su hijo Arcadio, lo que supuso el inicio del Imperio Bizantino con autonomía plena y completa.
3. No se llamó Imperio Bizantino hasta que ya no existía
Como ocurre en otros casos, no fue hasta mucho más tarde, entre los siglos XVIII y XIX que empezó usarse el término «Imperio Bizantino» para referirse a la cultura bizantina y sus territorios. De hecho, quienes pertenecieron a este imperio en su época no hubiera sabido a qué se refería quien usase este término.
Los bizantinos se llamaban a sí mismo «romaioi» o romanos, pues al fin y al cabo ese era el origen de su cultura y del emperador Constantino. A pesar de la influencia griega y oriental, los bizantinos siempre celebraron sus orígenes romanos.
4. Los Eunucos de Bizancio
En la cultura bizantina la presencia de eunucos era muy usual y contaban con posiciones muy diversas dentro de la sociedad, ocupando lugares tan distintos como cortesanos, generales y sacerdotes.
La idea de hacerles responsables de tales cargos es que, al no poder engendrar, no suponían una amenaza cuando se trataba de heredar títulos y privilegios.
Eso sí, que no pudieran tener sus propios hijos no significaba que no considerasen a sus más allegados familia, de modo que existen registros de que algunos de ellos -como Juan el Orphanotrophos- adjudicaban posiciones privilegiadas a aquellos que consideraban «como hermanos», provocando el miedo entre el resto de familias poderosas y el propio emperador, obligándolos a exiliarse.
Es curioso que la castración estuviera prohibida en la cultura bizantina y, sin embargo, hubiera tantos eunucos en Bizancio. Se cree que la mayoría de jóvenes castrados eran esclavizados en lugares fuera del imperio y sufrían la mutilación también en estas áreas en las que la ley bizantina no se aplicaba. De este modo, luego eran trasladados al imperio para servirlo. También se sabe que algunas familias más humildes castraban voluntariamente a algunos de sus hijos para que lograsen alcanzar privilegios a los que de otro modo no hubieran podido acceder, a lo largo de su vida.
5. El emperador sin nariz
Tal como lo lees, el emperador Justiniano II fue quien, tras ser destronado en el año 695, fue mutilado, perdiendo la nariz y viendo su lengua partida. Además, fue enviado al exilio.
Tras varios intentos más de asesinato, Justiniano II se alió con el khan de Bulgaria y volvió a Constantinopla para atacarla y recuperar su lugar en la cultura bizantina. Como cabía esperar, recuperó su derecho como emperador y reinó con una nariz de oro y un intérprete que le ayudaba a expresarse, pues su lengua cercenada no le permitía expresarse con claridad.
6. Nacimientos púrpura
En la cultura bizantina el color púrpura se consideraba el color imperial, pues sólo quienes pertenecían a la familia del emperador podían llevar las ropas teñidas de este color.
Por eso, los niños nacidos de un emperador y su esposa emperatriz eran considerados porphyrogennetos -Nacidos en Púrpura-. Estos vástagos eran muy amados por el pueblo y gozaban de unos privilegios y derechos que no tenían aquellos hijos, aunque fueran mayores que ellos, que no habían nacido mientras su padre ostentaba el cargo del emperador.
Puedes conocer más de ellos en: «Nacidos en Púrpura o Pofirogénetas. ¿Quiénes eran estos hijos reales?«.
7. Diglosía bizantina: latín y griego
Una de las características más llamativas de la cultura bizantina fue su diglosía, es decir, dos idiomas. El Imperio Bizantino mantuvo el latín como lengua oficial heredada de su origen romano. Sin embargo, el griego clásico también se utilizó ampliamente tanto como lenguaje culto como coloquial. Esta influencia se debió a la cercanía con Grecia, así como a la adopción de esta lengua en el uso religioso, lo que hizo que el griego se extendiera como lengua vehicular a lo largo y ancho de todo el Imperio Bizantino.
8. El origen humilde de su mayor emperador
Es curioso que el mejor gobernante de la cultura bizantina y su imperio fuera Justiniano I, quien nació en los Balcanes y vivió como un plebeyo más hasta que su tío, Justino I, lo prohijó.
A pesar de ser evidentemente un hombre de origen humilde, algo que delataba su pésimo acento griego, era un líder nato. Sus proyectos arquitectónicos, sus conquistas territoriales y reformas de las leyes del imperio demostraron que poco importaba dónde había nacido el emperador, pues era sin duda el indicado para aumentar la grandeza de Bizancio.
9. Punto de partida de la ruta de la seda
Uno de los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de entender la riqueza económica y cultural de este imperio es su posición privilegiada desde un punto de vista geográfico. Constantinopla está situada justo en el estrecho del Bósforo, que separa el Mar de Mármara del Mar Negro, así como los continentes europeo y asiático. De este modo, era el punto de partida de la ruta de la seda, que conectaba la Europa medieval con los mercados de las indias orientales. Esto hizo que la cultura bizantina estuviera muy vinculada al comercio y a los mercaderes, ya que, su capital fue punto de paso de las caravanas que traían sedas y especias de lugares tan lejanos como India o China.
10. Un imperio cristiano por ley
Otro de los aspectos que no se pueden pasar por alto al hablar de la cultura bizantina era su fortísima unión con la religión, que era la cristiana. En el año 313, el emperador Constantino promulgó el Edicto de Milán, que permitía la libertad religiosa en el Imperio Romano. Esto hizo que Constantinopla también se convirtiera en una ciudad especialmente atractiva para los primeros cristianos. Sin embargo, menos de cincuenta años más tarde, la que antes había sido una religión perseguida, se convirtió en perseguidora. Se prohibió la celebración de rituales paganos bajo pena de muerte, y los templos paganos fueron cerrados, cuando no saqueados o destruidos. Este clima de violencia se mantuvo a lo largo de las siguientes décadas y, finalmente, el emperador Teodosio, promulgó el Edicto de Tesalónica, que prohibía cualquier culto religioso que no fuera el cristiano. De este modo, el Imperio Bizantino se edificó sobre unos cimientos basados en el cristianismo, lo que quedaría reflejado en todas las manifestaciones de la cultura bizantina.
Como puedes ver, la Edad Media es mucho más que los reinos de la Europa Occidental a los que estamos acostumbrados. Mientras pueblos como los godos y los francos peleaban en el extremo del continente para forjar sus naciones, justo en el lado más oriental del Mediterráneo florecía un imperio heredero del gran Imperio Romano y que, de un modo u otro, consiguió sobrevivir durante más de mil.