Dalí y Lorca, Lorca y Dalí, uno considerado como de los más grandes pintores surrealistas, el otro el gran poeta español de su época. Dos intelectuales, o, mejor dicho, dos artistas a los que unía una gran amistad, y tal vez algo más… No solo por amistad, es de suponer, le escribía Dalí a el poeta, en el verano de 1928, las siguientes palabras: “Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo (…) yo iré a buscarte para hacerte una cura de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor de cosas maravillosas y viviremos juntos con una máquina de retratar».

Es difícil pensar que tras estas palabras no se escondiera algo más, menos si se sabe, por ejemplo, que para Gala Éluard, la esposa del pintor. Lorca era un tema prohibido en el hogar, casi una blasfemia. Presunciones hay muchas, certezas, no obstante, pocas. Se sabe, no obstante, que tras la muerte de Federico García Lorca, en 1936, su figura empezó a aparecer dentro de las obras de Salvador Dalí. Una vez más, Lorca y Dalí, Dalí y Lorca. En Supercurioso, te contamos todo acerca de su apasionada relación.

Dalí y Lorca, el erotismo de una relación entre artistas

Se sabe, por ejemplo, que la relación entre Dalí y Lorca comenzó por allá en 1923, con un Lorca a la mitad de sus veinte y un Dalí que hace no tanto pasaba por la pubertad, con 19 años y todo un futuro por delante. Al principio, lo de ambos fue pura amistad, y, en muchos momentos, destellos de admiración que el pintor sentía hacia el poeta. Sin embargo, lo que empezó como algo bastante inocente, fue escalando con ardor inesperado.

Fue una relación que estuvo repleta de intelectualidad, pero también de cierto erotismo fugaz, y otras veces no tan fugaz, que se encendía en la pluma del pintor para acabar en las manos del poeta. Tanto así que inspiró al periodista Víctor Fernández a publicar una obra con las misivas que ambos se enviaban, textos que hay que leer con cuidado para entrever, en la desnudez de las palabras, la pasión de los artistas.

Se conocieron en Madrid, en la Residencia de Estudiantes, y allí Lorca descubrió a un Dalí que no mostraba ni el más mínimo interés por las mujeres, cosa que dio alas al poeta, quien se ilusionaría día y noche pensando en el pintor, entre ensueños y desvelos. Sin embargo, no pasaría tanto tiempo para que entendiera que ese rechazo a la sexualidad era, en verdad, temor, un miedo profundo que Dalí sentía hacia la impotencia y las enfermedades venéreas. No se rendiría Lorca tan fácilmente. 

Su amistad, repleta de cartas con párrafos tan intensos como el que mostramos al principio, se extendería durante 13 años, hasta 1936, y sería, como Dalí la definió después, “un amor erótico y trágico, por el hecho de no poderlo compartir”. 

1. Un amor inconsumado

Sería un amor que, no obstante, quedaría solo en palabras, en tristes versos, en odas, en pinceladas tristes, cuando mucho, empañadas de recuerdo. Pese a la insistencia de Lorca, esa amistad, ese amor erótico y trágico, nunca llegaría a la cama, y terminaría en 1936, dos años antes de la muerte de Lorca, con el distanciamiento de los dos artistas.

Años después, Dalí describiría la ruptura de la siguiente manera: “Federico, como todo el mundo sabe, estaba muy enamorado de mí, y probó a darme por el culo dos veces, pero como yo no soy maricón y me hacía un daño terrible, pues lo cancelé en seguida y se quedó en una cosa puramente platónica y en admiración”. Fuertes palabras, y que distan contundentemente con aquellas misivas que se enviaban, recopiladas en la actualidad en el libro Querido Salvador, Querido Lorquito.

Rebajas
Querido Salvador, Querido Lorquito
  • Víctor Fernández; Rafael Santos Torroella (Escritor) - Vv.Aa (Autor)

2. La muerte de Federico

Federico García Lorca murió en la madrugada del 18 de agosto de 1938, tras dos años de haberse distanciado de su amigo y queridísimo Dalí. Fue fusilado junto a un olivo en la carretera que une las localidades de Víznar y Alfacar, en medio de un conflicto político en el que estaba involucrado. La noticia le llegó a Dalí como una estocada en el estómago. Después de todo, había sido Lorca quien le había dedicado, entre tantos otros, los siguientes versos:

Una rosa en el alto jardín que tú deseas. 
Una rueda en la pura sintaxis del acero. 
Desnuda la montaña de niebla impresionista. 
Los grises oteando sus balaustradas últimas. 

Después de todo, aquel también había sido su amor, de uno u otro modo, su curiosidad, su fruta prohibida. 

3. Obras que los unen

Muy conocida es, por ejemplo, la Oda a Salvador Dalí que había compuesto el poeta, y que Dalí llegó a apreciar en vida. Cenicitas, uno de los cuadros más importantes de Dalí, fue realizado por el pintor en 1927, durante las vacaciones de verano que Dalí y Lorca pasaron juntos en Cadaqués. Este cuadro lo terminó dedicando a su gran amigo.

Sin embargo, el gran apogeo de Lorca en Dalí lo sintió, justamente, después del asesinato del poeta. Desde entonces, la figura de Lorca empezó aparecer en sus cuadros, quizá como una oda a la memoria, a los ratos juntos que se habían extinguido y que ya no volverían, quizá como algo más.

Fue, sin duda, una relación complicada, que dio de qué hablar durante mucho tiempo, y que todavía en la actualidad sigue pareciendo un tanto confusa e impermeable. Entre Dalí y Lorca, si algo hubo, lo sabrían ellos: a nosotros nos quedaron sus misivas, y las dudas.