En 2016 se conmemoran los 80 años del comienzo de una de las guerras más significativas del siglo XX: la Guerra Civil española, que no sólo dividió a los españoles en “las dos Españas”, sino que también movilizó y puso en evidencia fuerzas y tendencias que se enfrentarían apenas tres años después en la Segunda Guerra Mundial y seguirían en conflicto hasta fines del segundo milenio. De hecho, muchos historiadores consideran la Guerra Civil como el preludio de la Segunda Guerra.
Por eso no es extraño que en la conflagración española participasen también combatientes de distintas naciones, que se sintieron personalmente tocados por lo que se estaba decidiendo en esta guerra; fue el caso del escritor Ernest Hemingway, autor de la célebre novela Por quién doblan las campanas, y también el de Delmer Berg, el último brigadista.
Doblan las campanas: muere el último norteamericano que luchó en la Brigada Lincoln
¿Por quién doblan las campanas? En estos días por Delmer Berg, recientemente fallecido y con poco más de cien años. Berg era el último superviviente del Batallón Abraham Lincoln, que a su vez fue parte de la XV Brigada Internacional; este batallón estaba formado por voluntarios estadounidenses y allí lucharon 2.800 brigadistas, en general trabajadores miembros del partido comunista y de movimientos de izquierda. No solían ser soldados.
La guerra española despertó en el mundo las ansias de luchar por un mundo mejor, por una sociedad más justa, y por el derecho a la esperanza. Por ello, en España se dieron cita los principales intelectuales de la época, como André Malraux, John Dos Passos, Antoine de Saint-Exupéry o Pablo Neruda, por nombrar sólo algunos extranjeros.
Delmer Berg nació en California en 1915 y en su adolescencia fue testigo de cómo la Gran Depresión precipitaba en la miseria a gran parte de la sociedad norteamericana. A los 21 años se unió al ejército estadounidense, pero un año después consiguió la baja para irse a luchar a España.
Berg entró a España a través de los Pirineos en enero de 1938 y vivió en Barcelona su primer bombardeo; posteriormente estuvo en Madrid y luego en Valencia, donde fue herido durante otro bombardeo. Salió de España en febrero de 1939.
El resto de su vida lo pasó en Estados Unidos, trabajó el campo, fue un poco asediado durante el período de cacería de brujas del macartismo (los veteranos de la Guerra Civil eran vistos como sospechosos por sus relaciones con la izquierda) y volvió a España al menos en tres ocasiones, en giras organizadas por los veteranos. En una ocasión comentó:
«¿Por qué fui a España? España había sido golpeada por la depresión con igual dureza que EE.UU. o más. Yo me sentía parte de eso. Soy así. Sentía que había un ‘nosotros’ en todo el mundo, y yo soy parte del nosotros. Empecé a sentir que lo que estaba pasando allí me concernía».
Vivió como un hombre de su tiempo, y aunque pasó sus últimas décadas en una región de California particularmente conservadora –en donde ni siquiera sentían especial simpatía por Obama–, era querido y respetado por sus vecinos, sobre todo por su participación en la guerra de España.
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