En la Antigüedad, y en la historia no tan antigua, no era usual la presencia de mujeres como gobernantes, aunque fueran reinas regentes. Estas reinas asirias que te presentamos hoy fueron excepcionales, tanto, que las elevaron a la categoría de deidades y las inscribieron para siempre en la mitología.

Dos reinas asirias de leyenda: Semíramis y Naqi’a

La legendaria Semíramis

Los griegos se encargaron de llevar a leyenda a esta reina de Asiria, que supuestamente era hija de la diosa Derceto y ascendió al cielo en forma de paloma. Sin embargo, al poderse descifrar, en inscripciones reales del siglo IX a.C., unas tablillas cuneiformes con el nombre de Shammu-Rammat, los arqueólogos creen que se refería a Semíramis, y se pudo verificar que fue hija de un rey de Babilonia y esposa del rey asirio Shamsi-Adad V. Esta reina nació en el siglo IX a.C. y murió en el siglo VIII a.C.

Dos reinas asirias de leyenda: Semíramis y Naqi’a

Las evidencias históricas, entonces, apuntan a que Shammu-Rammat puede haber sido la mítica Semíramis, una mujer de gran fortaleza y excepcional visión estratega. Fue valiente y decidida, y fundadora de ciudades importantes de Mesopotamia. Estuvo al frente del reino al morir su marido, y mientras su hijo alcanzaba la edad necesaria para ejercer el poder. Gobernó con gran acierto y se ganó el apoyo de la alta nobleza.

Hacia el 797 a.C. mandó a erigir una estela de piedra con su nombre en la ciudad de Assur, que aún se mantiene en el museo de Berlín, y en otra estela se menciona que acompañó a su hijo, y participó activamente, en una campaña militar en Siria.

La reina Naqi’a

Se dice que su nombre es de origen arameo, y significa “la pura”. Prácticamente se desconoce cualquier detalle de su vida antes de que formara parte del harén del rey Senaquerib –que destruyó por primera vez Babilonia–, a quien le dio un hijo llamado Asarhadón, y fue abuela de Asurbanipal.

Dos reinas asirias de leyenda: Semíramis y Naqi’a
Relieve en piedra, representando a Naqi’a y a su hijo Asarhadón. Ella sostiene un espejo

Naqi’a, o Zakutu, como se llamaba en acadio, participó activamente en el traspaso de poderes que se operó en Asiria, cuando los dignatarios de la alta nobleza –formando el entorno del rey– dejaron de ser poderosos, y lo fueron en cambio los miembros más cercanos de la familia, como la esposa y los hijos.

Zakutu no fue esposa principal de Senaquerib, pero logró que su hijo fuera nombrado sucesor del trono; al salir victorioso de una guerra civil y convertirse en rey, su hijo Asarhadón colocó a Naqi’a en una posición privilegiada para los asuntos políticos. Y cuando éste perdió a su esposa, le dio a su madre el título de reina con todas las atribuciones.

Así, Naqi’a llegó a ser figura fundamental en aquel reino asirio, y la “Casa de la Reina” constituyó un poder económico excepcional, funcionando como una institución paralela a la “Casa del Rey” y a la “Casa del Príncipe Heredero”, que recibían tributos y regalos de los señores y príncipes vasallos.

Llegó a disponer de personal propio, casi todo femenino, e incluía las posesiones agrícolas, que administraba una gobernadora, contribuyendo de forma irrefutable a las riquezas del imperio gracias a la explotación de los productos. Incluso llegó a incorporar a la “Casa” a parte del cuerpo del ejército regular asirio, con lo que se podría argumentar que también participó en la organización del aparato militar del estado.

Se llevaba una contabilidad escrita de todo lo que existía y se hacía en la “Casa de la Reina”, gracias a lo cual hoy en día se ha podido reconstruir parte de la información.

Sin duda, las reinas asirias contaron con más libertades y privilegios que las reinas de otras regiones, no sólo de Mesopotamia sino del mundo antiguo.

Aún falta mucho por descifrar y descubrir de este período tan lejano en el tiempo, y de las reinas asirias que siguieron, sobre todo porque los palacios asirios fueron destruidos con saña entre 614 y 610 a.C., cuando el imperio cayó. Le queda un largo y fructífero trecho por recorrer a la arqueología actual, pues bajo los escombros de aquellos palacios encontraron enterradas miles de tablillas con inscripciones, material extraordinario que dará nuevas luces a la historia del Nuevo Imperio asirio.

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Imágenes: Commons Wikimedia