¿Eres un amante absoluto de la buena cerveza? Entonces intuimos que, seguramente, habrás dibujado una sonrisa en tu rostro al leer el título de este artículo. Habrás imaginado casi sin querer a grupos de persona nadando en un mar de espumosa cerveza, bebiendo y disfrutando, sumergidas en sus aguas rubias de aterciopelado sabor a malta y reflejos en ámbar.

Pues bien, la verdad es que así fue. O casi. Esta es una historia real sucedida el 17 de octubre de 1814. Y todo se quedaría en una divertida anécdota si tal evento, no se hubiera llevado la vida de 9 personas….

¿Cerveza gratis para todos?

Fue un accidente que a día de hoy sigue recordándose en Londres, en especial en el barrio de St Giles. Estábamos en los inicios del siglo XIX y este núcleo urbano de la ciudad era conocido por ser uno de los más violentos y conflictivos, además de contarse entre los más pobres.

El alcohol tenía gran culpa de ello y en especial el hecho de que fuera aquí donde se destilaba grandes cantidades de ginebra. Pero más que ginebra lo que se consumía normalmente era cerveza. ¿Por qué razón? Porque en aquella época era realmente barata, tanto, que muchos la preferían a beber agua. Era más estimulante y las miserias, seguramente, se soportaban mucho mejor…

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En este contexto de facilidades y permisividad en materia de alcohol, la empresa «Meux and Company Brewery» aprovechó para alzar aquí una de sus fábricas cerveceras. Con anterioridad ya había abierto en el propio barrio de St Giles otras tiendas más pequeñas, más caseras y artesanales. Pero ahora iniciaba el interesante proyecto de levantar una auténtica fábrica con gigantescas cubas donde fermentar la cerveza.

El proyecto era próspero y dio muchos puestos de trabajo. En pocos años podría llegar a ser la empresa cervecera más importante de Inglaterra. Para ello, se trajeron gigantescas cubas de 6 metros de altura, las cuales tenían capacidad para cerca de 600.000 litros de cerveza.

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Pero, ¿cuál era el problema? Que las cubas no eran nuevas, sino de segunda mano y bastante viejas… tanto, que una de ellas terminó cediendo ante su acusado deterioro, de tal modo que la fría mañana de un  17 de octubre de 1814, la gran cuba «vomitó» todo lo que contenía en su interior.

Su «explosión» inició un efecto en cadena casi inmediato, provocó la rotura de las demás, hasta el punto de llegar a verterse más de un millón y medio de litros de cerveza. Esta ola destruyó la fábrica, llevándose por delante todas las casas de este barrio tan humilde, inundando sótanos, calles y todo lo que esta lengua de espuma y alcohol se encontrara en su frenético camino. Incluidas las vidas de 8 personas.

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Puede que llegado este punto recuerdes que al inicio del artículo, habíamos comentado que eran nueve las víctimas mortales. Bien, el misterio radica en que esta última persona no murió por efecto del accidente, sino que perdió la vida días después por la gran cantidad de litros y litros de cerveza que llegó a consumir.

Fueron muchos los vecinos que aprovecharon para llenar cubos y palanganas con cerveza. Pero, eso sí, pasados unos días, el olor del barrio era ya insoportable…

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