Hace unos meses, en diciembre del 2014, salía una interesante y curiosa noticia: en Suecia se formó un grupo de seres humanos “transformados” en cyborgs. ¿Cyborgs? ¿Y los cyborgs no son una especie de humanos robots, algo así como Iron Man?
Técnicamente, un cyborg es, a falta de una mejor expresión, un organismo “intervenido” con dispositivos cibernéticos, una criatura compuesta de elementos orgánicos y tecnología cibernética. De hecho, el vocablo –en inglés y castellano– es un acrónimo de las palabras cibernético (cyber) y organismo (organism): cyborg, o ciborg.
La medicina, sobre todo, ha utilizado esta tecnología para mejorar o posibilitar curaciones que parecían poco menos que imposibles.
Ya no nos resulta extraño escuchar “brazo biónico”, o “pierna 3D”, aplicados a una realidad que está convirtiéndose poco a poco en cotidiana.
El grupo de los 10.000
Son voluntarios en un experimento-proyecto de un hacker sueco, llamado Hannes Sjoblad, jóvenes estudiantes, emprendedores tecnológicos, consultores de informática, que accedieron a esta novedosa idea, cuyas repercusiones aún no están muy claras.
Sjoblad ya logró que 50 personas se implantaran un microchip RFID (Identificación por RadioFrecuencia, por sus siglas en inglés), y el objetivo es llegar a 100 en el transcurso de pocos meses.
Pero su objetivo real a largo plazo es que este grupo se multiplique, que sean 10.000, 100.000, para demostrar que la tecnología forma parte de nuestra vida en un sentido mucho más amplio. Para ubicar a sus voluntarios utiliza, obviamente, las redes sociales y los grupos de hackers en Suecia.
Uno de sus argumentos es que desde hace más de veinte años el ser humano ha estado implantando chips en los animales y que las vacunas, al ser también células implantadas en nuestros organismos, son una forma de hackeo biológico.
La utilidad de estos implantes es muy variada: desde monitoreos fisiológicos para el control de enfermedades (como la diabetes) hasta pagar en un restaurante sin necesidad de tarjetas.
En Estados Unidos, por ejemplo, ya existen varias empresas que hacen implantes o tatuajes digitales para medir temperatura corporal, niveles de hidratación, etc., cuya información puede subirse electrónicamente y compartirse en la web. Desde el punto de vista médico, indudablemente es un avance increíble que está alejando cada vez más el umbral de la muerte. Parafraseando al filósofo Juan Nuño: con la tecnología médica el dicho “nadie muere la víspera” nos obliga a replantearnos filosóficamente los términos de la vida natural, o de su duración natural, algo que ha ido cambiando con los avances médicos y tecnológicos.
¿Se nos acaba la privacidad? ¿Se nos acaba la humanidad?
Con estos dispositivos implantados en nuestro cuerpo será muy fácil ubicarnos. No sólo abriremos puertas o desbloquearemos sistemas androids de los móviles con pasar nuestra mano, o tendremos mediciones de nuestra sangre, tensión arterial, glucosa, etc., sino que, y aquí se abre una de las tantas puertas del debate, el anonimato no será posible, nuestra vida privada podrá ser hackeada (aunque sin duda ya lo es), sabrán exactamente qué hacemos, cómo lo hacemos, con quién y cuándo. Podría convertirse en una forma de control sobre nosotros, visto desde una óptica un tanto apocalíptica.
La idea de Sjoblad es, precisamente, formar una comunidad mundial de cyborgs y debatir sobre ello, sobre todas las implicaciones humanas, éticas, filosóficas, médicas y tecnológicas que se desprenden de esta nueva forma de “ser humano”.
Ciertamente es un tema controversial, supercurioso y muy interesante.
Y si te has puesto el implante pero decides que esa vida no es para ti, no hay problema, la extracción del chip es muy sencilla y rápida; en menos de cinco minutos estarás fuera de los radares.
¿Qué opinas tú? ¿Te apetece la idea de convertirte en cyborg? Y siguiendo la línea de ciencia ficción, ¿sabes que la tecnología de Minority Report ya es una realidad?