Se conoce como «Daisy spot» a un mítico anuncio de televisión que forma parte de la historia y que hoy en día está al acceso de cualquiera en Youtube. Formó parte de la campaña de las presidenciales de los EE.UU. del 3 de noviembre de 1964, un momento político y social clave en la historia de EE.UU., donde se necesitaba de algo verdaderamente impactante. Y lo lograron. Gracias a apenas un minuto, Lyndon B. Johnson ganó las elecciones con un contundente 61,1% de los votos.

Contexto histórico

Pongámonos primero en contexto. John F. Kennedy acababa de ser asesinado el 22 noviembre de 1963, instante en que el vicepresidente Lyndon B. Johnson lo sustituyó liderando el país durante un año como presidente en funciones. Fue durante esos doce meses en los que se urdió una estratégica campaña política con la que asegurar su victoria en las siguientes elecciones, con la que permitir que la estela de los Kennedy y un gobierno demócrata se asentaran en la Casa Blanca dirigiendo las riendas de un país que no pasaba precisamente por su mejor momento. 

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Fotograma del anuncio original de TV

La sombra del fatal magnicidio pesaba aún demasiado sobre los EEUU, y a ello había que sumarle la crisis de los misiles cubanos  y esa eterna tensión internacional que tejía los hilos de la Guerra Fría. Johnson no era precisamente un hombre carismático, no tenía el magnetismo de Kennedy y los sondeos no lo daban en absoluto como ganador. Era el senador Barry Goldwater quien le tomaba ventaja, un republicano bastante radical que apostaba ante todo por iniciar acciones bélicas contra cualquier enemigo del país. Aquello podía ser peligroso, muy peligroso.

El anuncio que cambió la historia de la TV y de la política

Hoy en día muchos expertos y analistas aseguran que si no fuera por el spot de Daisy, Lyndon B. Johnson jamás hubiera ganado las elecciones presidenciales en 1964. Y es que la principal crítica que se le lanzaba era la de ser muy blando frente a la sombra del comunismo, demasiado impasible también frente a los problemas económicos.

Johnson y los demócratas, por su parte, acusaban a los republicanos de ser un riesgo para el país, de querer iniciar una auténtica guerra nuclear con la que llevar al desastre no solo a los EEUU, sino a todo el mundo. La campaña fue pues un continuo lanzamiento de dardos al respecto de estas cuestiones, mientras que de fondo, la crisis de los misiles y las discrepancias con Rusia no ayudaban demasiado a Johnson.

Hasta que algo sucedió en la televisión de todo americano el  7 de septiembre de 1964. Una estacada genial por parte del propio Lyndon B. Johnson con la cual, firmó su victoria. Durante la emisión de la película ‘David and Bathsheba’ en la NBC, y cuando apenas faltaban diez minutos para las diez de la noche, se interrumpió la emisión para emitir un anuncio en horario de máxima audiencia.

Se estima que en esos momentos había 40 millones de personas atendiendo aquel instante histórico. Niños, adultos, ancianos…todos observando a una dulce niña de 4 años que desojaba una  margarita, mientras contaba (a su manera) del uno al diez. Una imagen enternecedora que captaba la atención al instante.

Segundos después, se escuchaba una cuenta atrás que terminaba, cómo no, con el hongo nuclear. Con la temible explosión atómica, mientras la voz en off de Lyndon B. Johnson decía lo siguiente:

Estas son las opciones: Hacer un mundo en el que todos los hijos de Dios puedan vivir, o ir a la oscuridad. Debemos amarnos los unos a los otros o debemos morir.

Tras un fundido en negro se pedía el voto para Johnson en las elecciones del 3 de noviembre.

Tan fácil como eso. Tras la emisión del anuncio se recibieron miles de quejas, la gente estaba horrorizada, llena de pavor ante lo que acababan de ver. Tanto fue así que las centralitas de la NBC se colapasaron. Nadie habló de otra cosa en dos largos meses… hasta que acabó la campaña y la estela de esa imagen duró lo suficiente para que el pánico hiciera su efecto.

Y así fue, el ‘Daisy spot’, le permitió Lyndon B. Johnson alzarse como ganador gracias a una victoria aplastante… y gracias a un solo minuto de auténtico y brillante pánico bien orquestado en la televisión.

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