En un artículo anterior te comentamos sobre el descubrimiento de la penicilina, y de cómo una mancha de moho dio origen a uno de los avances médicos más importantes de la historia de la medicina.
Pero como toda historia tiene dos caras, el moho no siempre es bueno. Ven con nosotros a descubrir ese oscuro enemigo, agazapado en la humedad de paredes, techos y pisos y siempre dispuesto a cubrir con sus esporas cualquier superficie a la menor provocación.
Un oscuro rastro
El moho está formado por un hongo “todo terreno”: puede vivir tanto en el exterior como en el interior de nuestras casas. Los lugares exteriores más comunes donde lo encontramos son las zonas boscosas, donde hay vegetación que se va descomponiendo; en sitios donde se apila el abono o donde se ha cortado césped. No se sabe con certeza la cantidad existente de hongos, lo que convierte al moho en prácticamente invencible y casi imposible de erradicar.
Al moho le encantan los rincones húmedos y cálidos, como las baldosas de la cocina o del baño, donde se acumula libremente sin que los buenos oficios de detergentes y súper limpiadores hagan más que borrarlos temporalmente. Crece rápido y se propaga a través de esporas, las cuales viajan por el aire.
Cuando éstas se depositan en una superficie adecuada (recuerda, húmeda y cálida), comienzan a alimentarse ávidamente de lo que hay en esa superficie. Lla humedad o el exceso de agua provoca que los hongos crezcan indefinidamente y sólo se evitan al eliminar el origen de la humedad.
Estos hongos pueden crecer en la madera, en los papeles, en el plástico, en el metal, en los tejidos y, por supuesto, en la comida…
¿Es peligroso para la salud?
Hay personas muy sensibles al moho, y las enfermedades más comúnmente asociadas a él son las alergias, congestión nasal o irritación de los ojos. Claro que quienes son más sensibles pueden presentar cuadros muy, muy severos, sobre todo las personas expuestas a grandes cantidades de moho, como los trabajadores de las granjas, que todo el día andan cerca del heno mohoso.
Algunos problemas respiratorios están asociados a él, incluso muchos pacientes alérgicos pueden presentar infecciones de moho en los pulmones, lo que nos indica lo peligrosos que pueden llegar a ser.
Eliminar el moho… ¿misión imposible?
Como dijimos antes, por su forma de reproducción y propagación, el moho tiene asegurada la vida eterna.
Claro que limpiar es esencial, los elimina… hasta que vuelven a aparecer. No hay un método definitivo que garantice vernos libres de su presencia, salvo el de una limpieza reiterada y enfática en nuestras duchas, grifos de lavamanos y lavaplatos, junturas de baldosas y demás sitios donde escurra agua.
Se empeña en acompañarnos, pese a nuestros esfuerzos por desaparecerlo. Así que ¡a limpiar!
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