Como uno de los países integrantes del Reino Unido, Inglaterra es una región plena de datos curiosos y de un acervo histórico y cultural destacado, que forma parte de la herencia de la humanidad. Asuntos tradicionales de esta región, como la delicada hora del té o la tan conocida puntualidad inglesa, son símbolos de su cultura. Pero en la historia de Inglaterra podemos rastrear particularidades tan asombrosas como el hecho de haber sido el hogar del que muchos consideran el peor trabajo del mundo, pero que, en su época y aunque no lo creas, se trató de una posición de privilegios. Hablamos del cargo de groom of the stool.
El groom of the stool inglés, también conocido como el novio del taburete o el novio del cagadero real, fue una profesión estrambótica y que no parece estar entre las más agradables. Sin embargo, durante su vigencia, que se mantuvo hasta el año 1901, cuando el Rey Eduardo VII la abolió, se trató de un oficio cotizado. La persona que lo ostentaba podía llegar a alcanzar altos grados de confianza con el monarca. Acompáñanos en Supercurioso a conocer todos los detalles sobre esta particular profesión.
¿A qué se dedicaban los «groom of the stool»?
La traducción literal del término groom of the stool es novio del taburete. Se trataba de un trabajo que era desempeñado por alguno de los nobles ingleses, quien debía acompañar y seguir al rey, cargando un taburete que tenía las funciones de w.c. o cagadero portátil. Fue Enrique VII, Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda desde 1485, quien incorporó el uso de esta figura que se mantuvo vigente por siglos.
El trabajo del groom of the stool era seguir al rey con el taburete y tenerlo dispuesto en cualquier momento en el que el monarca pudiera necesitarlo. Debía ocuparse además de llevar agua, paños y una pequeña palangana para la higiene del «fondillo» del monarca. El novio del taburete tenía que prestar especial atención a las horas regulares en las que el rey hacía sus deposiciones, así como llevar un control sobre su dieta, con el objeto de facilitar con la alimentación, su tránsito intestinal. En este sentido, debía también establecer una comunicación directa con el médico real, transmitiéndole la información sobre los detalles de las evacuaciones del monarca.
Según ha pasado de generación en generación a través de las leyendas populares, el groom of the stool asistía directamente al rey en la limpieza, e incluso era el encargado de darle conversación, si se terciaba. Lo que se tiene como certeza es que este funcionario ayudaba al monarca a desvestirse para poder defecar, le sostenía los útiles de limpieza y le ayudaba en ese momento en todo lo que necesitara.
¿Por qué era una ocupación cotizada?
La persona que ostentaba el cargo de groom of the stool o novio del taburete era recompensada con un muy buen salario, que le permitía darse todas las comodidades. De igual forma, tenía derecho de alojarse en todos los palacios en los que el monarca decidiera pasar su tiempo. La ropa y los muebles que el rey dejaba de usar, los obsequiaba a su novio del taburete.
Pero el real secreto que hacía que este oficio fuese tan cotizado entre los jóvenes nobles, era el grado de intimidad que implicaba con el Rey, y el acceso a él de una forma ilimitada. Estando presentes en sus momentos de plena intimidad, estos funcionarios podían establecer conversaciones cercanas. Muchas eran las veces en las que el rey de turno tomó a su groom of the stool como confidente o consejero de asuntos importantes, e incluso era usual que llegaran a escalar como secretarios personales o ministros del monarca, haciéndose cargo de muchos otros asuntos vitales.
El componente servil o desagradable que hoy podemos percibir ante una labor como esta, en aquella época no existía. Al contrario, el servicio del cuerpo real era considerado una tarea del todo honorable, y que colocaba al groom of the stool en una posición de privilegio y fácil ascenso en la nobleza.
Los hombres célebres tras el retrete real
Al tratarse de un oficio tan bien valorado por la nobleza inglesa, fueron muchos los nobles reconocidos que lo desempeñaron. Más de cincuenta nombres se reseñan entre los principales groom of the stool. Durante el siglo XVI, el adinerado Sir Anthony Denny prestó sus servicios a cargo de las funciones intestinales del rey Enrique VIII. En el siglo XVII, fue Thomar Erskine, Primer Conde de Kellie, quien se encargó de la labor para el rey Carlos I.
El rey Carlos II en el siglo XVII, contó con los servicios de William Seymour, Segundo Duque de Somerset, como groom of the stool. Marqueses, Duques y Condes estuvieron al servicio del retrete real, como una de las más honorables ocupaciones. Entre todos ellos, destacó también el Tercer Conde de Bute, John Stuart, quien se encargó del retrete del rey Jorge III. Fue justamente este monarca quien empleó a la mayoría de los novios del taburete en un solo reinado. Un total de nueve groom of the steel estuvieron al servicio del llamado rey «loco».
Pero John Stuart destacó entre ellos. El Conde preparaba la letrina del rey, limpiaba las áreas íntimas de su cuerpo y vaciaba y limpiaba el receptáculo para su próximo uso. Stuart ejerció esta labor entre los años 1760 y 1762, y apenas un año después fue designado como Primer Ministro de Gran Bretaña por el monarca.
¿Y qué ocurría con las Reinas?
El groom of the stool era un cargo destinado en exclusiva a los caballeros, pues tenían al descubierto las partes íntimas del rey. Pero con el gobierno de una mujer, las cosas requirieron un cambio. Fue Elizabeth I de Inglaterra quien sustituyó al novio del taburete por la Primera Dama de la Recámara Real. El cargo fue desempeñado por primera vez en el año 1558, por Kat Ashley.
Sin embargo, la monarca parece no haberse adaptado del todo a esta tarea, pues suspendió esta oficina y sus labores durante su reinado. Al parecer era un asunto femenino el hecho de no adaptarse a esta particular funcionalidad, pues el trabajo de groom of the stool fue reestablecido por el rey James I, y vuelto a dejar en desususo por la Reina Victoria. El fin definitivo de la era de los novios del taburete real llegó con el reinado de Eduardo VII, en 1901, cuando ya tenía unos cuantos siglos de vigencia.
El líneas generales, todos los novios del taburete real fueron recompensados con dinero, privilegios reales e incluso muy altos cargos. En la historia sólo quedó el registro de un groom of the stool que no fue recompensado, sino al contrario, castigado. Se trató Henry Norris, quien sirvió al rey Enrique VIII. Fue acusado de traición y de adulterio con la reina Ana Bolena, y condenado a la muerte.
Exceptuando este trágico caso, todos los encargados del taburete real pasaron a la historia, por ocupar un cargo que a casi todo el mundo desagradaría en la actualidad, pero que en aquel momento era considerado un honor y la puerta de entrada a la grandeza. Definitivamente el de groom of the stool se contará entre los trabajos más extraños de la historia de la humanidad.