Todos hemos escuchado o visto algo acerca de la física cuántica en nuestras vidas, ya fuera en The Big Bang Theory o en Rick and Morty, en un libro donde leímos la frase de pasada, en una conversación en el colegio, en la universidad o una simple charla de cafetín donde alguien, de imprevisto, te habló del gato de Schrödinger y tú fingiste que sabías de qué hablaba para no quedar como el que no. Y es que la física cuántica ha venido a revolucionar las perspectivas que teníamos de la ciencia, llevándonos a pensar en cosas que antes fueran inconcebibles, o, por lo menos no plausibles desde el punto de vista científico, como concebibles ahora, al menos desde el punto de vista especulativo. Pero, ¿qué es la física cuántica? ¿Y el suicidio cuántico? Hoy, en Supercurioso, te proponemos acercarnos a estos conceptos.

Comencemos, pues, por el principio: así como la física clásica trata de desentrañar las leyes de la naturaleza a nuestra escala, la física cuántica busca desentrañar las reglas que rigen al universo, pero a una escala microcóspica, es decir, a nivel molecular, atómico e incluso más pequeño que eso. Pero, ¿y en qué me afecta esto a mí? Bueno, en todo y en nada. Por varios principios establecidos, la física cuántica se basa sobre todo en teorías que no siempre son comprobables, pero que derivan en interesantes propuestas como lo es la del suicidio cuántico, o las paradojas del espacio tiempo, esas mismas que aparecen en Dark, y que sirven no solo para explicar el universo concebible, sino también los inconcebibles (si te interesa, puedes consultar nuestra entrada sobre La paradoja del tiempo).

Antes de continuar, toca advertir: las teorías de la física cuántica pueden llegar a ser bastante confusas y, muchas veces, además, increíble. No por nada Niels Henrik David Bohr dijo una vez: “Aquel que no se sorprende con la teoría cuántica no la ha comprendido”.

El Suicidio Cuántico, una posible vía hacia la inmortalidad

Ahora bien, ¿qué es el tan mentado suicidio cuántico? Cliffor Pickover lo explica de la siguiente manera: «Supón que estás en una silla eléctrica y tu verdugo está a punto de enviar una descarga eléctrica de 2.500 voltios por todo tu cuerpo. En casi todos los universos paralelos morirás. Pero habrá un pequeño conjunto de universos paralelos en los que sobrevivirás de alguna forma, por ejemplo una rata porque una rata muerde el cableado eléctrico justo en el momento en que el verdugo pulsa el botón, el presidente te da un indulto o todas las personas presentes en la sala de ejecuciones deciden que la pena capital es inmoral. La idea detrás de la inmortalidad cuántica es que estás vivo en todos los universos en que la silla eléctrica no funcionó y has sido liberado, y, por tanto, puedes disfrutar de ellos, aunque sean un conjunto muy pequeño de entre todos los universos posibles. De esta forma parecerá, desde tu propio punto de vista, que estás viviendo para siempre”.

El suicidio cuántico toma para su uso no solo de los postulados del gato de Schrödinger, sino de la teoría de los universos paralelos, para explicar, básicamente, que el universo, desde que es universo, no es uno solo, sino múltiples universos, que se van dividiendo a medida que cada decisión es tomada, a medida que ocurre una variación, por mínima que sea, y que encuentra su contraparte en otro de los multiversos. Así, cada vez que una muerte ocurre, hay otro universo en la que la misma no acaece, e incluso hay uno en el que la muerte no existe. ¿Es esto posible? No lo sabemos, pero los científicos lo especulan.

1. El gato de Schrödinger

Ahora bien, ¿de dónde vienen estas teorías acerca del suicidio cuántico? En parte, del gato de Schrödinger. Para simplificar la cosa, diremos que Schrödinger un día pensó en encerrar un gato en una caja. Fue solo un pensamiento, no hubo gato ni caja, pero Schrödinger lo pensó, y no como un simple ejercicio lúdico, sino partiendo del principio de incertidumbre de Heisenberg. Resulta, pues, según este principio, que las moléculas son inasibles, no podemos atraparlas, solo retenerlas apenas un instante, y durante ese instante la molécula es una cosa, pero solo durante ese instante: ver la molécula, la partícula, el átomo es simplemente tomar una fotografía de estos, pues no los vemos como son en general, sino como son en ese instante, influenciados por nuestra mirada. Pues bien, Schröndinger utilizó esto para decir que si un gato estuviera en una caja, encerrado, y no lo mirásemos, ese gato estaría, a su vez, potencialmente vivo y potencialmente muerto, por lo tanto vivo y muerto a la vez, y solo bajo nuestra mirada podríamos determinar si es una cosa o la otra, pero mientras no lo miremos, el gato es ambas.

2. La interpretación Copenhagen

Esto mismo es explicado en la interpretación de Copenhagen, así como el gato no está ni vivo ni muerto, sino ambas, también las partículas, y estos solo se nos muestran en un momento, forzados a proyectar una imagen que es contingente y no los agota. La interpretación de Copenhagen lo que dice, básicamente, es que una partícula no existe en un estado o en otro, sino en todos al mismo tiempo (en potencia), tal y como el gato de Schrödinger, y que, frente a su interacción con nosotros, siguiendo, nuevamente, el principio de incertidumbre, es que adopta una postura: el gato está vivo o muerto. Ahora, ¿esto que tiene que ver con el suicidio cuántico?

3. De vuelta al suicidio cuántico

El suicidio cuántico y la interpretación de Copenhagen son dos caras distintas de la moneda (no se sabe si será la misma), pues una sostiene que el mundo se divide (o crea nuevos mundos, nuevos universos) cada vez que una decisión es tomada, cada vez que algo cambia, por lo cual, para estos momentos, miles de millones de universos se deberían haber creado, billones de billones de universos, mejor dicho, una cantidad incontable de ellos, cada uno como un libro en la biblioteca de Babel borgiana (consulta aquí los mejores cuentos de Borges), un universo de universos, una bastedad inconcebible, mientras que la interpretación de Copenhagen lo que sostiene es que la realidad es potencia infinita, pero que en nuestra interacción con ella todas estas potencias se van difuminando hasta hacerla lo que es.