Emma Kunz, la mística, la sanadora, la vidente de la energía, la esotérica. Pero, ¿quién fue Emma Kunz, más allá de una artista? Aunque en la actualidad se le reconozca como tal, en vida ella misma se consideraba como sanadora, una mujer entregada al espíritu, a las energías, las cuales transmitía mediante la pintura y, más importante, mediante la vida misma. Hoy en día, no obstante, se le recuerda por sus trabajos como artista, aunque durante sus 70 años de vida su obra como pintora haya pasado desapercibida. ¿Por qué? Pues porque su obra, singular y atractiva, rompió con los estándares establecidos, sin que siquiera se lo propusiera. Te contamos más sobre ella hoy, en Supercurioso. ¡Sigue leyendo!

Emma Kunz, la mística que pintaba con ayuda de los espíritus

Emma Kunz pertenece a ese tipo de artistas que no se consideran como tales. En vida, se decía a sí misma sanadora e investigadora, que estudiaba las propiedades de las plantas para la curación y buena salud del cuerpo. No obstante, en la actualidad ha adquirido una reputación internacional no por su trabajo como herborista, sino por su labor como pintora de cuadros enfocados en transmitir la energía a través de enrevesadas formas geométricas: la fluidez misma de la vida, como quien mira un caleidoscopio. y a su vez la armonía, la quietud, el perfecto estar de la vida en un orden geométrico, cónsono, universal. Eso es lo que se encuentra en sus cuadros, y quizá por eso Emma Kunz sigue siendo tan recordada en la actualidad.

1. ¿Quién fue Emma Kunz?

Emma Kunz nació a finales del siglo XIX, en 1892, y falleció a mediados del siglo XX, en 1963, a sus 70 años de edad. Nacida en la parte germanoparlante de Suiza, fue reconocida ampliamente por su labor como sanadora y por su manera poco habitual de hacer su labor, pues desde joven estuvo rodeada por acontecimientos excepcionales, y aseguraba tener habilidades telepáticas y de adivinación, que aplicaba para su trabajo como curandera, además de un péndulo que no dejaba de lado.

El tema de Kunz era la energía: ella quería conocer las potencialidades de todo, y utilizaba, en su día a día, diversas plantas y otros ingredientes naturales para su labor de sanación. Sin embargo, y pese a hacer un par de descubrimientos importantes en esa área, no sería por ello que sería reconocida, sino por los cuadros que comenzaría a realizar ya después de haber alcanzado los cuarenta años, y que la mantienen viva en la memoria colectiva y dentro del mundo artístico como una de las artistas más místicas y espirituales de la pintura de los últimos siglos.

2. Sus cuadros

Más de 400 cuadros salieron de la pluma de Emma Kunz, o más precisamente de su péndulo, la mayoría de ellos sin título ni fecha alguna, lo que la hace una artista difícil de estudiar y de seguir. Sus cuadros, la mayoría de las veces, estaban basados en su péndulo, el cual soltaba y dejaba fluir, lo que para ella era la representación de la energía misma fluyendo, y que terminó dando un resultado tan preciso como hermoso. Sin embargo, en vida ninguna de sus pinturas le valieron ningún reconocimiento, en principio porque ni ella misma se reconocía como pintura, sino que dejaba su labor artística en segundo plano.

Toda presentación de sus obras fue, por lo tanto, póstuma. Sin embargo, le valdrían gran reconocimiento dentro del mundo artístico, además de ciertos títulos alegóricos a su manera de vivir y de pintar, tales como La Mística o La Esotérica, esto no solo por su historial como sanadora, sino por su meta: intentar plasmar la energía, los estados anímicos, la vida espiritual de las personas y de sí misma. 

Esa era Emma Kunz, su propia representación está en sus cuadros, buscando el movimiento de la energía, que se podía encontrar quizá en la frase de Heráclito cuando decía: «Ningún hombre se puede bañar dos veces en el mismo río, porque la segunda vez no es ni el mismo río ni el mismo hombre», pues, en el fondo, eso era lo que buscaba plasmar Emma Kunz, el movimiento de los seres, de la energía, del sentimiento mismo, que ella encontraba en la armonía, en cuadros perfectamente ordenados, más por el mundo que por la intención, según pensaba.

3. Qué nos dejó Emma Kunz

En 1973, diez años después de su muerte, sus cuadros fueron exhibidos por primera vez, y desde entonces no han parado. En 1991 se inauguró un museo en su honor, en Suiza, donde se la recuerda perpetuamente en un espacio que transmite paz en el movimiento, en la estática de sus cuadros que fluctúan, como todo un oxímoron, en constante armonía con el mundo y, sin embargo, disonantes en su propia singularidad. 

¿Qué nos dejó, entonces, Emma Kunz? Una nueva manera de ver el mundo, una forma de recuperar la mística, la creencia en el movimiento perpetuo de la energía que nunca muere, solo se transforma. Eso, además de sus cuadros, y su propia aura mística, siempre presente en esos imponentes oleos.