Hécate. Su origen es muy arcaico, tanto, que se la relaciona con las diosas primigenias de Asia Menor, al proceso del parto, a la magia, a esas tierras salvajes donde la brujería, unía sus lazos a una presencia femenina tan poderosa como fascinante.
Hesiodo dijo de ella que era hija de Asteria y Perses, descendiente directa de la estirpe de los Titanes, una hechicera a la que le gustaba vagar por el mundo de los vivos las noches sin luna, para traer los terrores nocturnos. Para los romanos era Trivia, esa presencia que habitaba en los cruces de los caminos y que solía acompañarse por una jauría de perros.
Pocas diosas han infundido tanto miedo y respeto, la llamada «reina de los fantasmas» era muy a menudo ese poder que invocar en cualquier conjuro o maldición, para ejecutar una secreta venganza. Un callado y oscuro deseo, con el cual, infligir dolor o castigo. Y una muestra de ello las tenemos en dos tablillas de plomo de finales del Imperio Romano, descubiertas en Bolonia, y que nos dan un claro ejemplo de la fuerza que Hécate tenía para muchas personas de esta época.
Estamos seguros de que te van a sorprender.
La maldición a un veterinario
La primera de las tablillas de plomo encontradas en un yacimiento de Bolonia traía una impactante maldición, dirigida a un veterinario llamado Porcello. Resulta curioso que este nombre en latín signifique «cerdo». Tal vez pudo ser su nombre real, o puede que la persona que invocó la maldición utilizó un término despectivo para ello.
Los especialistas nos dicen que el fenómeno de «las tablillas malditas» eran muy habituales en la época romana, y que a la hora de crearlas era importante que se identificara el nombre real de la víctima, así que los historiadores asumen que, verdaderamente, este veterinario tenía por nombre Porcello. No sabemos la causa de por qué se realizó esta invocación, tal vez esta persona tendría un caballo al que el veterinario dio una medicina inadecuada, no queda claro. Pero el dolor debió ser muy elevado para dejar impreso en plomo las siguientes palabras:
“Mi diosa Hécate, destruye, machaca, mata, estrangula a Porcello y su mujer Maurilla. Sus almas, corazón, las nalgas, el hígado…aniquílalos”
Seguidamente, en la tablilla aparece la figura del veterinario con los brazos cruzados junto a Hécate en la misma posición. El tener los brazos cruzados simbolizaba, dentro de ese tipo de brujería, la obligación de que aquella maldición se cumpliera.
La maldición a Fistus, el senador romano
La segunda tablilla encontrada en este mismo yacimiento, también era otra maldición. No es preciso que el autor fuera el mismo que invocó el castigo al anterior veterinario, puesto que según nos dicen los historiadores, este tipo de prácticas eran muy comunes.
En esta ocasión vuelve a utilizarse a la diosa Hécate como mediadora, como mano ejecutora para castigar a un senador tan rico como poderoso de aquella época. ¿Su nombre? Fistus. Y estas son las líneas que ejecutan el pacto de dicha maldición impresa en plomo:
Diosa Hécate, cumple mi castigo, que Fistus se diluya, languidezca, se hunda y que todos sus miembros se disuelvan…Machaca, mata al senador Fistus”.
Como podemos ver, la expresión latina «machacar» era bastante habitual, y es frecuente encontrarla en este tipo de tablillas «malditas». Puede que llegado este punto te preguntes si dichas invocaciones llegaron a cumplirse, pero la verdad es que lo desconocemos por completo.
Ahora bien, si deseas verlas en persona deberás acercarte al Museo Arqueológico Civil de Bolonia. Aquí verás muchos más testimonios de la figura de Hécate, esa diosa ancestral y misteriosa, que toda persona griega y romana solía invocar en sus «asuntos personales».
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