El conocimiento sobre las diversas conductas humanas sigue siendo una “obra en progreso” en diversos aspectos, incluso en uno que ha recibido una atención tan intensa en los últimos doscientos años, como es el de la sexualidad.
No es de extrañar, el sexo está presente en todas las actividades humanas, y particularmente desde las primeras décadas del siglo XX y con el desarrollo del cine y la publicidad, se ha colado absolutamente en todos nuestros espacios sociales y culturales.
Sin embargo, sigue habiendo espacios oscuros, ambiguos o que generan resistencia social, como es el caso de la homosexualidad o los transgéneros, que siguen siendo objeto de discusión y enfrentamiento, aunque cada vez son más aceptados como opciones normales de la sexualidad humana. Una vertiente menos conocida vendría a ser la de aquellos que no se sienten atraídos por nadie, la de los asexuales.
La asexualidad: condición o síntoma
Hasta hace pocos años, al hablar de alguien asexual se pensaba de inmediato en una elección religiosa o moral, como el celibato o la abstinencia, o del síntoma de alguna perturbación psicológica que bloqueaba o inhibía el omnipresente deseo sexual. La asexualidad era vista como parte de una patología. Pero esta actitud está cambiando, aunque todavía genere discusiones entre médicos y especialistas.
Hay desacuerdo hasta en torno a la definición de qué es la asexualidad. Parecería natural conceptualizarla simplemente como la ausencia de deseo sexual, pero hay “usuarios” del término y psicólogos que lo usan también para personas que pueden sentir atracción sexual pero no deseo de ejecutar el acto.
Existe una organización en las redes sociales, la AVEN (Asexual Visibility and Education Network), que inicialmente distinguió cuatro grupos de asexuales: los que sienten deseo sexual pero no atracción romántica; los que sienten atracción romántica pero no deseo sexual; los que sienten ambas y los que no sienten ninguna.
Aunque la AVEN descartó ya hace un tiempo esta clasificación, da una idea de la variedad de esta tendencia humana.
¿Condición únicamente humana?
No necesariamente. Estudios no concluyentes han conseguido porcentajes notables de individuos que no tenían interés en reproducirse en ovejas, ratones y jerbos (no son concluyentes porque no se evaluó la posibilidad de que hubiera otras formas de atracción). En el caso de los humanos, un estudio realizado en Inglaterra y citado por el psicólogo Anthony Bogaert, señaló que un 1% de los británicos se consideraba asexual.
La asexualidad no implica rechazo por las relaciones afectivas o falta de aprecio por la figura humana, en un estudio sobre la asexualidad realizado por Kristin Scherrer y publicado en 2008 por la revista Sexualities, una de las encuestadas declaró:
«Yo no siento atracción sexual por la gente. Me encanta la forma humana y puedo considerar a los individuos como obras de arte y encontrar a la gente estéticamente agradable, pero yo no quiero volver a entrar en contacto sexual con incluso la persona más hermosa».
Ciertamente, poco a poco se va abriendo un espacio en la sociedad y en nuestra cultura, en el que la ausencia de deseo llegará a considerarse como otra de las formas que puede asumir la sexualidad humana.
¿Tú que piensas al respecto? Compártelo con nosotros, y lee unos datos muy curiosos sobre el clítoris.