En la historia del mundo han habido muchas mujeres que nos han dado lecciones de vida: intrépidas, arriesgadas, altivas y con mucha personalidad. Mujeres que han marcado los relatos, mujeres que han decidido guerras, y así lo hemos visto desde Elena de Troya, o, por poner un ejemplo más reciente, lo vimos también con las rasgantes frases de Simone de Beauvoir, y es algo que encontramos también en Eugenia de Montijo. Desgraciadamente, la vida de Eugenia quedó opacada por la figura de Napoleón tercero, y es que no es fácil sobresalir ante una gran figura, pero la historia se ha encargado de sacar a relucir el nombre de esta dama. Por eso, por la gran figura que fue, en Supercurioso nos hemos decidido a dedicarle este artículo para recordar su nombre.

Eugenia de Montijo, la granadina que enamoró a Napoleón

Eugenia de Montijo, la granadina que enamoró a Napoleón

Eugenia de Montijo, quien sería conocida luego como la esposa de Napoleón III, el emperador francés, nació en Granada, el 5 de mayo de 1826. Para ese entonces, Napoleón tercero contaba 18 años. Eugenia era hija de los condes de Teba, de una madre que se entregaba a la vida en sociedad, donde la apariencia era lo que predominaba, y un padre que era todo lo contrario: se dedicaba más a su vida personal y el aparentar o la vida de fiestas y banquetes lo abrumaba. De sus dos progenitores, su padre era el predilecto, y de él aprendió el amor por los caballos y la vida tranquila.

Sin embargo, la vida de Eugenia lo alejaría de su padre. Para 1933, con el inicio de las Guerras Carlistas, Eugenia tuvo que abandonar España de mano de su madre, lejos de su progenitor. Su padre había decidido quedarse. Aquello significó un cambio brusco para Eugenia de Montijo, quien fue introducida a la vida en los salones franceses. En 1939, seis años después y cuando Eugenia contaba con trece años, su padre fallecía, causándole un profundo dolor, pues Eugenia ni siquiera pudo despedirse de él. La noticia le cayó como un balde de agua fría.

Tiempo después volvería a España, pero solo para retornar a Francia luego, donde Luis Napoleón y ella se encontrarían.

1. La enamorada de Napoleón III

Eugenia de Montijo, la enamorada de Napoleón

Curiosamente, la muerte de su padre pareció acercarla más a él. Esto terminó de definir su carácter, lejano a las fiestas y reuniones de la alta sociedad. En Madrid no llegó a hacer amigos, por parecerle que las mujeres madrileñas tenían la cabeza vacía para todo tema que no tuviera que ver con moda, pero lo que más le molestó de esta época fueron las intenciones reiteradas de su madre de casarla con un hombre de la alta alcurnia.

No obstante, Eugenia de Montijo llegó a  enamorarse de uno de los pretendientes, sin embargo, esta historia no terminaría sino en un corazón roto. A partir de allí Eugenia de Montijo pensaría incluso en pasar el resto de su vida en un convento, pero estos planes se verían ofuscados cuando, a su vuelta a París, sintió al amor tocar su puerta, bajo la figura del emperador.

A decir verdad, no fue un amor correspondido de inmediato. Fue más lo que se maravilló el emperador ante una mujer capaz de adorar la equitación e intrépida como no las había en París. Pero poco a poco el emperador se fue ganando el amor de Eugenia, y ya para 1853 el emperador estaría anunciando su compromiso con Eugenia de Montijo bajo las siguientes palabras: «He preferido a una mujer a la que amo y respeto a una mujer desconocida cuya alianza habría supuesto ventajas unidas a sacrificios. Sin demostrar desaprecio por nadie, cedo ante mi inclinación, no sin haber sopesado antes mi razón y mis convicciones. Al poner la independencia, las cualidades del corazón y la felicidad familiar por encima de los prejuicios dinastismos no seré menos fuerte, ya que seré mas libre».

Con estas frases de Napoleón se dejaba claro que los franceses tendrían una emperatriz española.

2. Las distinciones de Eugenia de Montijo

Las distinciones de Eugenia Montijo

Eugenia de Montijo destacó por su belleza y su elegancia. De hecho, su forma de vestir era admirada e imitada en toda Europa. Pero esto no significa que su belleza haya sido su único mérito: todo lo contrario, su participación en la vida política y cultural europea fueron lo que hizo que su nombre destacara. Por dar un solo dato, Eugenia fue la persona que más condecoraciones recibió en toda Francia.

Además, llegó a desempeñar la regencia de este país en tres ocasiones, y dio ideas para convertir a París en la cuidad de la luz. También apoyó la instauración de un Imperio en México, lo que en la actualidad se puede ver como algo muy malo, pero que en la época era, al menos para los franceses, una idea bastante novedosa. Eugenia también apoyó las investigaciones de Louis Pasteur, y llegó a hacerle frente a su propio esposo en lo referente a ciertas políticas con respecto a la iglesia católica.

Estos, entre muchas otras cosas que hizo en vida, son algunos de los méritos de Eugenia de Montijo, la última emperatriz francesa.

3. El honor caído

Pero su vida, después de casada, no siempre estuvo llena de honor. Después de todo, ¿quién fue Napoleón Bonaparte? En muchos lugares un hombre de honor, pero en su relación marital fue, más bien, un mujeriego. Este causó quizá el primer conflicto serio que tuvo que tuvo que enfrentar Eugenia de Montijo en su relación marital. Sin embargo, los peores conflictos serían muchos más graves, y de índole política.

Tras la abolición de la monarquía de corte imperial en francia, para el año 1870, Eugenia se exilió a Inglaterra. Allí todavía recordaría los gritos que la arrojaron de francia: «¡Viva la república! ¡Muera la Española!».  El exilio no le sentó bien, y en esa época todavía la esperaban dos duros golpes: la muerte de su marido, en el año 1874 y, posteriormente, la muerte de su único hijo en 1879. La vida la haría esperar todavía mucho más antes de encontrar el descanso: la emperatriz de los franceses murió en el Palacio de Liria a los 94 años de edad en 1920 de un ataque de uremia.

Sin embargo, todavía hoy se le recuerda en francia. Algunos por lo bueno que hizo, otros por ser una representante de la monarquía. En todo caso, todavía en algunos espacios se pueden encontrar bustos y estatuas de ella que forman una de las principales cosas que ver en Francia.

Esperamos que te haya gustado este artículo, en Supercurioso siempre nos esforzamos para ofrecerte el mejor material, y nos gustaría saber qué tienes que decir al respecto. ¿Conocías la historia de Eugenia de Montijo? ¿Sabías que la última emperatriz de los franceses había sido española? ¿Conoces otra gran mujer de la historia de la que debamos hablar? Déjanos tu opinión en los comentarios, ¡estaremos deseando leerte!