El estado más grande los Estados Unidos de América, Alaska, no siempre perteneció al país del Tío Sam. No fue sino hasta 1867 que a pesar de las burlas y las críticas, el entonces secretario de Estado William H. Seward tuvo la idea visionaria de adquirir este vasto territorio del imperio ruso y resultó ser uno de los mejores negocios de la historia. Descubre por qué fue tan beneficioso.
El gran negocio que condujo Estados Unidos con la compra de Alaska a Rusia
William H. Seward, secretario de Estado estadounidense bajo la administración del presidente Andrew Johnson, fue objeto de burlas y duras críticas cuando anunció su intención de comprar 1.518.800 kilómetros cuadrados de territorio en la helada y desolada zona de Alaska.
Sus detractores lo fustigaban a él y al presidente Johnson. El proyecto llegó a ser catalogado como la «locura de Seward», «la nevera de Seward» o «el parque de osos polares de Andrew Johnson», por que según argumentaban, era muy imprudente malgastar tanto dinero en la adquisición de un territorio que aparentemente no tenía mucha utilidad económica.
La cifra que Estados Unidos pagó para comprarle a Rusia el territorio de Alaska fue de 7,2 millones de dólares, pero hoy en día, a 150 años de que se concretara el negocio, la historia le ha dado la razón a Seward y Johnson dados los numerosos beneficios que ha recibido el país norteamericano de este, el 49º estado de la Unión.
Tomando en cuenta la inflación, esos 7,2 millones serían hoy en día unos 100 millones de dólares, lo que resulta un monto increíblemente barato por lo que es el estado más grande de esta nación.
Gracias a este negocio, el territorio estadounidense se extendió más de 1,5 millones de kilómetros cuadrados o 151 millones de hectáreas que voy se valorizan 150 veces más de lo que Washington le pagó originalmente al Zar ruso Alejandro II.
No pasó mucho tiempo para que la visión de Seward cosechara sus frutos. Tan sólo 20 años más tarde, se descubrió oro en Alaska y se desató la fiebre para explotar este recurso natural.
Oro no era lo único en lo que resultó ser rico este gran pedazo de tierra. Alaska también resultó ser rica en petróleo. A mediados del siglo XX se encontraron enormes yacimientos de este recurso no renovable que desde entonces han sido explotados extensivamente.
La riqueza de Alaska gracias al petróleo es tal que cada año el gobierno del estado le regala a cada habitante una bonificación de miles de dólares por el solo hecho de residir allí.
Además de los beneficios económicos, Alaska también es un punto estratégico militarmente. Según los historiadores, el Zar vendió el territorio por miedo a que Gran Bretaña, que dominaba al vecino Canadá, tuviera intenciones de expandirse sobre Rusia y conquistara la extensa área.
Esto terminó siendo un error garrafal, pues durante la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, los norteamericanos hicieron uso de Alaska como una puerta estratégica para ubicar tropas muy cerca de Rusia.
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Imágenes: Wikimedia Commons