La mayoría de cuentos clásicos tienen una lectura que va más allá de lo puramente formal. En Supercurioso os hemos hablado de La verdadera y terrorífica historia de la Caperucita Roja o de La Dote, el problema oculto en el cuento de La Cenicienta. En esta ocasión queremos ahondar en un cuento clásico del que se ha hablado poco: El Gato con Botas, y tratar de descubrir si realmente este personaje, ¿era el Espíritu Familiar de un brujo?
El Gato con Botas y los espíritus familiares que acompañaban a las brujas
El donante o proveedor es una figura común a muchos cuentos clásicos. Es un personaje que a la vez pone a prueba y ayuda al protagonista. Tienen poderes sobrenaturales y actúan como padrinos. Uno de los donantes típicos son las hadas madrinas, pero también encontramos ancianas, pastoras, muñecos y en muchas historias europeas los proveedores toman la forma de animales.
Un espíritu familiar es un ser que tiene poderes mágicos a al que las brujas o magos invocan. En algunas tradiciones toman forma de criaturas demoníacas o mitológicas, pero lo más común es que se presenten como animales domésticos. Suelen ser búhos, perros, ranas, sapos y especialmente gatos. Una de las características que suelen compartir los espíritus familiares es que, tal como su nombre indica, se mantienen dentro de la familia. El amo debe pasar el conocimiento de todo aquello que concierne al espíritu familiar a algún miembro de su familia, para que este continúe a su servicio.
La historiadora Emma Wilby ha identificado en cuentos europeos, tanto populares como de hadas, el rastro de esta creencia en espíritus familiares. Uno de los que a su parecer es más evidente es «El gato con botas». Este cuento popular europeo fue incluido por primera vez en una recopilación en el año 1500, aunque la versión más conocida es la de Perrault, de 1697. El personaje del gato con botas cumple a la perfección el papel de donante-proveedor y a la vez el de espíritu familiar de un brujo. Si recordáis el cuento, el tercer hijo del molinero hereda unas botas y un gato de su padre y como hemos dicho, los espíritus familiares, permanecen dentro de la familia. El padre deja el gato en herencia al hijo que sabrá sacarle provecho. El muchacho no sabe en principio que hacer con el gato, pero éste le habla -cosa que tradicionalmente hacen los espíritus familiares con brujas y magos- y le exige una primera prueba de fe: debe regalarle las botas y una bolsa. Una vez superada esta etapa iniciática, el gato, mientras el joven le obedezca, le conseguirá lo que anhela: riqueza y la mano de la princesa.
¿Qué opinas? ¿Te parece que el Gato con Botas puede representar este ser mágico que acompañaba a brujas y magos, conocido como espíritu familiar? Si te ha interesado este artículo, quizá quieras saber más sobre los espíritus familiares leyendo el post: Los espíritus familiares de las brujas encarnados en animales domésticos.