Desde que los GPS aparecieron en nuestras vidas, ¡se acabó el perderse! Cuando tenemos que ir a algún sitio nuevo, llegamos a una ciudad diferente o queremos conocer la mejor ruta, encendemos el aparato o activamos la aplicación del móvil y esperamos que nos conduzca hasta nuestro destino. Aunque a veces no estemos de acuerdo con sus rutas, confiamos ciegamente en él. Sin embargo, los científicos están estudiando un efecto negativo que esta dependencia tiene sobre nuestro cerebro: El GPS y la muerte de la Conciencia Direccional. ¿Lo sabías?

El GPS y la muerte de la Conciencia Direccional

El sentido de la orientación y la interiorización de mapas mentales ha sido algo básico en el desarrollo de la humanidad. Los seres humanos primitivos necesitaron desplazarse de un sitio a otro para conseguir su sustento, pero luego debían volver a su caverna o choza, por lo que el conocimiento del terreno, la memorización de rutas y lugares y el sentido de la orientación constituyeron la base de su supervivencia. Esta conciencia direccional sigue siendo fundamental para el hombre moderno. Sin embargo, la invención del GPS parece hacer innecesaria en muchas ocasiones esta habilidad cerebral cultivada durante milenios.

El GPS y la muerte de la Conciencia Direccional. ¿Lo sabías?

 

Los investigadores han empezado a analizar si este hecho nos está afectando de alguna manera. En primer lugar han observado que cuando utilizamos el GPS recordamos mucho menos de los lugares que vamos a visitar y prácticamente no creamos imágenes internas del mundo.

Estas imágenes internas se conocen como «mapas mentales» y son esquemas que tenemos en nuestro cerebro. Nos permiten ir de un sitio a otro y al parecer son completamente diferentes de una persona a otra, ya que en ella cada uno sitúa lo que cree importante. La existencia y uso de los GPS hace que no tengamos la necesidad de crearnos estos mapas mentales y esta habilidad se va atrofiando. Hasta ahora teníamos la necesidad de fijarnos en nuestro entorno y memorizar los detalles de la ruta que seguíamos, tiendas, márgenes de ríos, caminos… y en muchas ocasiones rectificar y volver a empezar el camino. Todo esto que parece una pérdida de tiempo en realidad era un intenso trabajo cerebral que nos colocaba en el mundo y nos hacía relacionarnos con él.

El GPS y la muerte de la Conciencia Direccional. ¿Lo sabías?

El GPS nos lleva de un sitio a otro, pero también reduce la espontaneidad y la improvisación que nos hace probar nuevos caminos y flexibiliza nuestra mente. Diversas investigaciones demuestran que los que siguen instrucciones de manera automática se fijan menos en la ruta y en los lugares por los que pasan, llegando incluso a no reconocer una calle por la que han pasado varias veces si se les hace recorrerla en dirección contraria. Si se han de dibujar un mapa de los lugares por los que han pasado, son mucho menos precisos que los de aquellas personas que han seguido el método tradicional.

El GPS y la muerte de la Conciencia Direccional. ¿Lo sabías?

La Dra. Veronique Bohbot, neurocientífica del Instituto Douglas y de la Universidad McGill de Canadá, en sus estudios ha descubierto que las imágenes y mapas que forman la conciencia direccional se almacenan en el hipocampo y que el no utilizarlo para la creación de mapas mentales puede incidir en nuestra salud cognitiva.

Los investigadores sugieren que el uso del GPS no debería anular la formación de mapas mentales como se han hecho siempre, sino ser un complemento. ¿Utilizas a menudo el GPS o prefieres orientarte tú mismo aún a riesgo de equivocarte?

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