La Iglesia Católica ha estado, desde siempre, rodeada de misterios, enigmas, contradicciones y curiosidades. Anteriormente iniciamos una pequeña recopilación de los misterios de la Iglesia Católica más sonados. Esta es la segunda y última entrega.
La muerte del Papa Juan Pablo I
La muerte de este Papa fue de lo más curiosa, porque apenas con 33 días de Pontificio sufrió presuntamente un ataque cardíaco que se diagnosticó con un examen externo que duro unos pocos minutos.
Es decir, apenas se produjo la muerte, minutos más tarde el mundo entero lo sabía. La pregunta es, ¿cómo se pudo diagnosticar la causa de la muerte en tan poco tiempo y con tan sólo un examen externo y superficial? El Vaticano impidió que se realizara ninguna investigación lo que resulta bastante sospechoso.
El misterio de la sábana santa
Esta sábana, que muestra la imagen de un hombre con traumatismos y heridas típicas de una crucifixión, es todo un misterio. Algunos creen que es la tela que se le colocó al cuerpo de Jesucristo en el momento de su sepultura, mientras otros sostienen que es un objeto que se creó en la Edad Media.
Hasta el momento, la técnica usada para impregnar el cuerpo en la tela no ha podido ser demostrada por la ciencia.
Cursos de exorcismo en el Vaticano
En el mes de febrero del año 2005 la humanidad quedó asombrada con una noticia en la que se decía que se había inaugurado el primer curso de satanismo y exorcismo del mundo en la Universidad del Vaticano dirigido a más de cien sacerdotes expertos en estas materias. Eso sí, no fue el Vaticano quién lo organizó sino el Ateneo Pontificio ‘Regina Apostolorum’.
El curso parece que fue motivado por el aumento de satanismo entre los jóvenes italianos en la época.
El prepucio de Jesús
Según la Biblia, Jesús fue circuncidado 8 días después de haber nacido pero en ningún momento se menciona qué pasó con la parte del cuerpo retirado. Durante el Renacimiento, 12 iglesias afirmaban tener la reliquia y es entonces cuando los teólogos comenzaron a discutir si eso sería cierto o si incluso Jesús, al ascender a los cielos, se llevó esa parte de su cuerpo. Cuanto menos, extraño. ¿Qué os parece?