En marzo de 2015 un avión despegó de Abu Dhabi con el objetivo de dar la vuelta al mundo. Hoy en día, con los cielos cruzados por centenares o miles de aeronaves a distintas altitudes y en todas las direcciones posibles, esta noticia no debería ni siquiera considerarse como tal, y eso sin mencionar las naves que abandonan la atmósfera, o la Estación Espacial, que da la vuelta al mundo varias veces al día.
Pero hay un detalle que hace este vuelo histórico y trascendental: se trata del primer vuelo realizado por un avión solar.
Impulse, el avión solar que atravesó el Atlántico
El proyecto de un avión que funcionase sólo con energía solar despegó en 2005 desde Suiza y con un aporte de 90 millones de dólares, aunque hoy tiene su sede en Mónaco, donde cuenta con el apoyo de la Fundación Príncipe Alberto II de Mónaco.
Los padres del proyecto son los pilotos Bertrand Picard y André Borschberg, que también es empresario e ingeniero. En 2009 lanzaron al aire un primer avión monoplaza, hecho con fibra de carbono, paneles solares y baterías, denominado Solar Impulse HB-SIA, con el que hicieron vuelos de prueba en Estados Unidos, Europa y Marruecos.
A partir de la experiencia con este prototipo, Picard y Borschberg desarrollaron un segundo modelo que presentaron al mundo en 2014, el Impulse II (o Solar Impulse HB-SIB), que emprendió vuelo en 2015 desde Abu Dhabi y en el que ambos pilotos se han alternado atravesando el Pacífico, América del Norte y el océano Atlántico, hasta llegar a Sevilla el 23 de junio de 2016 y encontrarse a apenas dos etapas de concluir este extraordinario viaje.
“Cruzar el Atlántico es un símbolo, es la diferencia entre el viejo mundo de la contaminación y las tecnologías anticuadas y el de las nuevas tecnologías limpias y energías renovables que harán que tengamos un mundo mejor”.
El vuelo entre Nueva York y Sevilla tuvo una duración de tres días y tres noches en las que Bernard Picard, encargado de esta etapa, debió arreglárselas para hacer todo en un espacio donde sólo podía estar sentado o acostado para dormir por cortos períodos de tiempo.
Borschberg cree que en unos diez años habrá aviones eléctricos y que aprovechen la energía solar de tamaño mediano (ya la NASA trabaja en un proyecto en esta dirección), y en unos cuantos años más, aviones grandes que no necesiten quemar combustible fósil para cruzar los océanos.
Pero el objetivo de los dos pilotos va más allá de la aviación; a través de esta travesía quieren promover el uso de energías alternativas y limpias por todo el mundo, especialmente la solar, inicialmente creando una confederación de ONGs que trabajan con proyectos de energía solar alrededor del mundo, para conseguir recursos y ayudar a disminuir la contaminación.
Un sueño alado de un mundo mejor acaba de dar la vuelta al mundo. Ícaro volando gracias al sol, ¿no te parece un hermoso y prometedor mito para el siglo XXI?
Lee El vuelo que cambió al mundo, y Los coches eléctricos que están cambiando el futuro.